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17, junio 2015 - 11:41

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POR CARLOS SIULA CORRESPONSAL

PARÍS, Francia.- “Joseph Blatter mantiene una relación sentimental con la modelo rusa Irina Shayk”, aseguró la prensa internacional a principios de junio. La noticia no carecía de pimienta porque esa espléndida “mannequin” de 29 años fue durante un tiempo la “girlfriend” de Ronaldo, la estrella portuguesa del Real Madrid. Pero, además, la información causó conmoción porque un mes antes la top model había oficializado su relación sentimental con el actor norteamericano Bradley Cooper.
El supuesto romance de Blatter con una vedette mundial de las pasarelas, medio siglo menor que él, no sorprendió a quienes conocen la reputación de mujeriego que arrastró durante toda su vida el presidente de la FIFA. Ese suizo de 79 años se vio obligado a renunciar a su cargo el 5 de junio por los escándalos de corrupción que salpicaron a varios miembros de su organización, pero su fama de donjuán se mantiene intacta.
Sus amigos y los colaboradores de la FIFA están acostumbrados a verlo periódicamente envuelto en rumores sobre romances, aventuras y hasta versiones de casamiento.
-Su verdadera amante era la FIFA
En enero de 2014, un rumor había circulado como un reguero de pólvora en la “high society” suiza. “Blatter tiene una amante”, susurraban los iniciados. Pero no se trataba de Irina Shayk.
Pocos días antes, el número uno de la FIFA había llegado a la entrega de premios del Balón de Oro en compañía de Linda Barras, una soberbia morena de 49 años, una cabeza más alta que él, casada con el dueño de una importante agencia inmobiliaria y madre de dos hijas.
La noticia trepó incluso a la primera plana de los diarios europeos.
Después de algunos días de incesantes cotilleos, fue la última esposa de Joseph Blatter quien se encargó de poner las cosas en su lugar: “Sí, Sepp tiene una amante… es la FIFA”, comentó con sarcasmo Graziella Bianca, su tercera esposa, parafraseando una frase del propio Blatter.
-Viscoso como un delfín
“Mi amante es la FIFA y mi familia es el futbol”, solía decir cuando los periodistas le preguntaban por su vida privada.
A pesar de que el matrimonio con Graziella Bianca duró apenas dos años, entre 2002 y 2004, esa ex adiestradora de delfines es quien mejor definió la personalidad de ese hombre que puede ser –al mismo tiempo– encantador, amistoso, atento, cordial, secreto, astuto, intrigante, misterioso, insensible, implacable e hipócrita.
“Es viscoso como un delfín”, aseguró en declaraciones al escandaloso semanario británico “News of the World”, desaparecido en 2011.
“Estuve casada con un psicópata”, afirmó esa atractiva rubia que tenía 40 años cuando se casó con Blatter. El nexo entre ambos fue Corinne, la hija única de Blatter, actualmente de 52 años.
-Jekyll y Mr. Hyde
La ilusión de la flamante esposa fue efímera porque, al poco tiempo, “el afectuoso Sepp desapareció y dio lugar al duro y despiadado hombre de negocios”, según narró después de la ruptura.
“Era un hombre de doble personalidad, como el doctor Jekyll y Mister Hyde”, precisó. “Dentro de la FIFA se pone una máscara que oculta su verdadera personalidad”, aseguró.
Esa doble faz, de todos modos, no tiene demasiado interés porque “su vida es totalmente hueca: sólo aspira a la riqueza y al poder”, indicó.
“No se puede estar al servicio del futbol y tener una vida normal”, se excusó Blatter en el momento del divorcio.
-Un dios con dos caras
Poco después, sin embargo, Graziella Bianca desmintió esos duros comentarios en otra entrevista que concedió al diario italiano Corriere della Sera: “Mi ex no era un psicópata, sino un hombre afable y fascinante”.

En Zurich, donde funciona la sede de la FIFA, se aseguró en ese momento que Graziella Bianca modificó sus declaraciones bajo la presión de Joseph Blatter y de su hija Corinne.
Esas afirmaciones confirman que -como el dios Jano, que tenía dos caras- Blatter también tiene una vida pública conocida, aunque opaca en diversos aspectos, y una vida privada relativamente secreta.
Salvo un puñado de hombres de confianza de la FIFA, nadie conoce su domicilio en Zurich, al que sólo tienen acceso su familia y algunos pocos íntimos.
-Lavandería o blanqueo
Los dos únicos personajes que cuentan en su vida son su hija Corinne Liliane María Blatter Andenmatten (54) y su nieta Selena (11). Aunque es profesora de inglés, Corinne hace tiempo que dejó de ejercer como docente. Con su marido posee un pequeño restaurante en Visp, la aldea alpina donde nació su padre.
Además, trabaja en la Sepp Blatter Foundation, creada con el objetivo de promover proyectos humanitarios y deportivos, y desde fines de 2011 hasta diciembre de 2014 presidió el consejo de administración de la tintorería industrial VISCHPA Textilreinigung AG. Medio en broma y medio en serio, algunos adversarios de Blatter dentro de la FIFA afirman que esa lavandería cumple sus verdaderas funciones, pues sirve para blanquear algunos ingresos “non sanctos” de Blatter.
Corinne es hija del primer matrimonio de Blatter con Liliane Biner en la época en que escribía algunas crónicas deportivas e integraba la Liga Suiza de Hockey sobre Hielo. La pareja se divorció en los años 70 y Liliana Biner se casó en segundas nupcias y vive actualmente en Alemania. Continúa mañana: Reemplazos permanentes

Ingresos bajo la lupa

El aspecto que más interesa a los detectives del FBI que investigan el caso FIFA son los ingresos de Blatter.
Aunque jamás se divulgó oficialmente su salario, se sabe que en 17 años al frente de la FIFA, Blatter acumuló una fortuna de 10 millones de dólares, según los cálculos de la revista “Richest”. Esa suma es, a primera vista, coherente con sus ingresos: además de su salario de un millón de dólares, recibe 1,4 millones por gastos de representación y otros 70 mil dólares en concepto de reembolso de impuestos.
El investigador Roger Pielke Jr., profesor de la Universidad de Colorado, desmenuzó cómo se distribuyeron los 88,6 millones de dólares que la FIFA pagó en 2014 a título de salarios a las 13 personas que integran su comité ejecutivo. A su juicio, la remuneración de Blatter “se ubica dentro de una horquilla que oscila entre 3 y 16 millones de dólares”, estimó. “Me puedo equivocar, pero la forma de demostrármelo es publicar la cifra real de su salario”, desafió.
Eso no es todo, en 2003 el secretario general Michel Zen-Ruffinen denunció que Blatter controlaba una red de “consultantes”. En realidad se trataba de lobistas que operaban en la penumbra para favorecer a las empresas en sus acuerdos con la FIFA. En ese sentido “hay, por lo menos, conflicto de intereses”, advirtió ese “whistle blower” (lanzador de alertas). Una parte de esos honorarios se giraban directamente a una cuenta secreta en un banco de Liechtenstein, que también se usaba para pagar sobornos.
Ahora, convertido en consultante internacional, Zen-Ruffinen espera que el FBI venga a interrogarlo. En su arcón de recuerdos aún tiene material inédito para revelar.

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