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18, junio 2015 - 12:08

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POR CARLOS SIULA
CORRESPONSAL

PARÍS, Francia.- El fracaso de su primer matrimonio coincidió, sin duda, por casualidad, con el comienzo de la vertiginosa carrera de Joseph Blatter que lo llevó hasta la cumbre de la FIFA.
Fue más o menos en esa época, cuando ya era director de relaciones públicas del fabricante de relojes Longines, que comenzó su ascenso.
Horst Dassler, hijo del fundador de Adidas, lo recomendó al brasileño Joao Havelange, entonces presidente de la FIFA y quien le confió la dirección de los programas de desarrollo. Blatter fue quien creó tres eficaces instrumentos de marketing que fueron extremadamente eficaces para extender el imperio: los mundiales de tres variantes desconocidas hasta ese momento a nivel internacional: Femenil, Sub-20 y Futbol de sala.

AL SERVICIO DE ADIDAS
Esos éxitos dieron un impulso decisivo a su carrera, pero su vertiginoso ascenso se debió, sobre todo, a sus cualidades de intrigante.
Dos importantes investigaciones publicadas en Inglaterra, una de Barbra Smit y otra firmada por el periodista de investigación Andrew Jennings, coinciden en decir que Blatter era un peón en el tablero de ajedrez de Dassler. A tal punto, que en esa época, el suizo tenía su oficina en la sede de Adidas France, en Landersheim.
La empresa de deportes incluso pagaba una parte del salario de Blatter en la FIFA, asegura Barbra Smit en su libro “Pitch Invasion: Adidas, Puma and the Making of Modern Sport” (Adidas, Puma y la fabricación del deporte moderno).

UN PADRE HUMILLADO
“Vamos a colocar a este tipo en un buen lugar. Es de los nuestros”, le sugirió Dassler a Havelange, según relata Jennings, en su famosa denuncia titulada Tarjeta roja. “El libro secreto de la FIFA: sobornos, manipulación de votos y escándalos con las entradas”, publicado en 2006. Dassler, quien había contribuido a la elección de Havelange, utilizó a su hombre de confianza como caballo de Troya para eliminar de su puesto a Helmut Käser, que ocupaba la secretaría general de la FIFA desde 1961.
En noviembre de 1981 ese puesto fue atribuido a Blatter, quien no solo lo desplazó del cargo, sino que sedujo a su hija Bárbara, quien tenía poco más de 20 años de edad y con la cual finalmente se casó en segundas nupcias.
Käser estaba tan enfurecido y humillado que se negó a asistir a la boda de su hija.

DE UNOS BRAZOS A OTROS
El matrimonio se extinguió 10 años después, debido, según trascendió en ese momento, a las frecuentes infidelidades de su marido. Bárbara murió en 1999, a los 52 años de edad, después de una complicada operación.
Fue más o menos entonces que comenzó su relación con la ex tenista polaca Ilona Boguska, otra amiga de su hija y quien era 31 años más joven. El romance duró siete años y terminó en 2002, cuando Blatter se casó en terceras nupcias con Graziella Bianca.
El presidente de la FIFA, quien en esa época se consideraba como un igual de jefes de Estado y de monarcas, se atrevió a pedirle al papa Juan Pablo II que invalidara su matrimonio religioso con su primera mujer Liliane Biner, la madre de su hija, para poder casarse nuevamente por la iglesia con Graziella Bianca.
Además de su talento para adiestrar delfines, la joven era especialista en terapias alternativas y aplicó su método para aliviar los terribles dolores de espalda que sufre Blatter debido a una artrosis crónica: le enseñó a nadar con los delfines, un tratamiento de probada eficacia con la gente de padece estrés agudo.

PASIÓN POR LAS JÓVENES
Nada funcionó como se esperaba. Al cabo de dos años, el matrimonio se disolvió, Blatter siguió con sus dolores y decidió volver con la tenista polaca, con la cual continuó en pareja hasta 2008.
“Su éxito con las mujeres se explica porque es un tipo encantador, que sabe cómo acercarse y calcular. Siempre está haciendo chistes. Cuando se trata de mujeres, le interesa sobre todo el brillo”, afirma el editor y periodista Bruno Affentranger, autor del libro “Sepp, el rey del mundo del futbol”.
Sus ex esposas, curiosamente, tienen un punto en común. En los juicios de divorcio lo acusaron de ser un mujeriego y de tener pasión por las mujeres mucho más jóvenes, que en general tenían la mitad de su edad.
Esa propensión se confirmó a fines de 2014, cuando comenzó a aparecer con frecuencia acompañado por Linda Barras. Ante la repetición de apariciones juntos, la prensa suiza comenzó a definirla como su novia.
Sin embargo, su marido, el empresario inmobiliario, Christian Barras, comentó serenamente que no estaba al corriente de esos rumores y que ambos continuaban casados. “Linda es una esposa perfecta y madre de nuestros dos hijos”, agregó lacónicamente.

LA PRIMERA DAMA
Hace algunos meses, sin embargo, el abogado de su marido comentó discretamente que la pareja estaba separada.
Desde ese momento, esa suiza de origen armenio, de 51 años de edad, aparece al lado de Blatter como si fuera su compañera oficial.
Desde hace varios meses lo acompaña a fiestas, ceremonias oficiales y, más recientemente, asistió a la consagración de Blatter cuando fue elegido para un quinto mandato en el congreso de la FIFA que se reunió en Zúrich a fines de mayo. Esa gloria tuvo una efímera duración, porque presionado por los acontecimientos, seis días después de su reelección se vio obligado a renunciar a su mandato.
Cuando aparece al lado de Sepp, la principal característica de Linda Barras es que siempre luce extremadamente elegante, aunque jamás le prodiga el menor gesto de intimidad. Esa discreta actitud obedece al hecho de no ofrecer ningún flanco jurídico vulnerable en caso de juicio de divorcio. Pero en la FIFA todos saben que ella es la Primera Dama.

SUS MOTORES: PODER Y DINERO
Sus tres ex mujeres también lo definieron como extremadamente codicioso y obsesionado por el poder y el dinero.
Es probable. Nadie permanece 17 años al frente a la FIFA ni pelea hasta desangrarse si no tiene mucho que perder. Su excesiva demora en dejar a tiempo la cúspide del poder del futbol mundial y su despotismo lo expusieron a la ira de la justicia norteamericana. Su mayor error en ese sentido fue desautorizar al ex fiscal de Nueva York, Michael J. García, contratado en 2012 para investigar las atribuciones de las copas del mundo de futbol de 2018 a Rusia y de 2022 a Qatar. Blatter le impidió publicar la totalidad de sus conclusiones, un gesto de extrema arrogancia que irritó a García y ofendió a la justicia de Estados Unidos.
Después de detener en pleno congreso de la FIFA en Zúrich a los principales sospechosos de soborno, la secretaria de Justicia de Estados Unidos, Loretta E. Lynch, lanzó tras las huellas de Blatter a los sabuesos del FBI. La primera investigación consistirá sin duda en tratar de desmenuzar la complicada red de acuerdos que heredó de Havelange y que perfeccionó en los últimos 17 años con empresas de artículos deportivos, patrocinadores, fabricantes de bebidas y gigantes de las comunicaciones globales, que tienen el virtual monopolio de la transmisión de los mundiales.

EL MISTERIOSO CASO IRINA
El último sobresalto en la vida de Blatter se produjo a principios de junio, cuando se reveló que había mantenido un fugaz romance con la actriz y modelo rusa Irina Shayk, 50 años menor que el presidente de la FIFA.
La relación, al parecer, se produjo después de romper con la tenista Ilona Boguska y antes de comenzar su relación con Linda Barros. La fecha más probable habría sido enero de 2014.
Si esas versiones se confirman, significaría que la rusa traicionó a la estrella del Real Madrid, el delantero Cristiano Ronaldo. Irina Shayk fue la compañera sentimental del futbolista portugués entre 2010 y enero de 2015.
“-¿Yo amante de Blatter? ¡Es un delirio!”, se limitó a comentar apenas se conocieron las versiones.
Su representante fue más lejos: “Los rumores con respecto al supuesto romance con Blatter son un patético intento de difamar a Shayk”, indicó el portavoz a Page Six del diario New York Post.
“No tenemos intenciones de reconocer estas acusaciones, ya que son totalmente infundadas”, añadió.
Como las versiones se conocieron el mismo tiempo que Blatter anunció su renuncia, no es imposible pensar que formaran parte de una campaña destinada a aumentar la presión para indicarle la puerta de salida.
Pero, cuando se trata de Blatter y de cuestiones de faldas, ¿qué le hace una mancha más al tigre?