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Mira

23, junio 2015 - 9:00

┃ Fernando Schwartz

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SER director técnico de la Selección y sentarse en esa banca caliente para llevar los destinos del representativo nacional ha representado a lo largo de la historia ser la silla eléctrica que puede dar el voltaje necesario tanto para triunfar y elevarse como para morir y hundirse. A lo largo del tiempo y en algo que es cíclico en el futbol mexicano este fenómeno se repite al momento de llegar las competiciones oficiales donde se alimentan esperanzas que a final de cuentas no se cumplen y causan los juegos pirotécnicos de frustración por ellos, como ayer esta misma pirotecnia estallaba de alegría con salvar el pase a un Mundial o hacer un digno papel en el mismo cuando nada se esperaba.
Lo que hoy vive Miguel Herrera es la película que repite sus rollos en cada uno de los procesos. Miguel, a diferencia de sus antecesores, es muy neta en su peculiar estilo al no callarse lo que siente y esa buena onda que tiene por responderle a todos y a todas horas a final de cuentas se convierte en un bumerang en su contra cuando los resultados no se dan. El que un técnico nacional sea llevado a la pantalla en el mercadeo del seleccionado a través de las televisoras que le dominan no es nuevo, pero su propia personalidad lo ha hecho rehén de las mismas, que sabiendo que no habrá un “no” de su parte han abusado hasta los límites, que hoy al tener su primer gran fracaso al frente de la Selección la silla eléctrica aumentó de voltios como no había pasado con sus antecesores, que en algunos momentos supieron decir “no” a los reflectores externos que enmarcan esta atípica Selección Nacional, porque de que es la más diferente a cualquiera en el mundo, eso no tiene duda, desde que muchas veces juega más partidos que ninguna otra en el año calendario, porque agrega muchas que no son fecha FIFA.
Pero más allá de eso, la presión le llegó al tope a Miguel porque su propia forma de ser y de no cambiar hábitos como técnico nacional a final de cuentas le jugaron en su contra. En el pasado con menos escándalo se vivía lo mismo. Recuerdan que Menotti hizo campaña con Iusacell. Se acuerdan que Manolo con su gran sapiencia no ocultaba su famoso pizarrón frente a las cámaras. Se recuerda cuando el “Vasco” grabó un anuncio de mensaje frente al Ángel de la Independencia. Se recuerda cuando La Volpe se fue con Pepsi, cuando Coca patrocinaba a la Selección. Se recuerda cómo magnificaron la frase de Mejía Barón del bien amado. Y me podría ir con muchas más, como cuando a Chepo se le criticó que era muy serio y hosco ante las cámaras, que no le gustaban. Esa es la silla eléctrica de este producto llamado Selección que ensalza o destruye tras 90 minutos de un partido oficial. Así lo marca la espiral de siempre y en la Copa América no fue la excepción. Se empezó fatal con Bolivia, suelo; Partido gallardo frente a Chile, al cielo, y espantoso frente a Ecuador, al sótano de castigo. Esas son las emociones dispares, como la recién estrenada “IN and OUT”, que le viene como anillo al dedo al humor y que en nuestro país es más clara en su título: “Intensamente”.
La alegría la lleva el técnico nacional cuando todo es color de rosa con resultados que lo ponen como héroe nacional. La tristeza y pesimismo en la gordita azul que le llegan al técnico que queda más solo cuando los resultados no se dan. El enojo que prende el foco y lo pone rojo como le pasó en la banca por no estar conforme en las decisiones arbitrales o como el encendido debate ante los cuestionamientos de los medios que lo prendieron como cerillo cuando regularmente sabía capotearlas. Y dentro de todo esto, el deseo de llevar a buen camino a un Tricolor que en México se vive “Intensamente” e incluso causa más efecto que cualquier otra circunstancia en el regular de la vida de los mexicanos.
“Piojo” sabrá aprender de ello. Dicen que el futbol da revancha y ésta le llega en un santiamén por el sui géneris seleccionado que maneja y lo tendrá en un segundo torneo oficial como Copa Oro. Una segunda oportunidad para sacar a flote el barco, con otros jugadores, que la gran mayoría decepcionó en Copa América por ni siquiera manifestar la actitud que debe tenerse para vestir la playera nacional. Así como la película “IN and OUT”, “INTENSAMENTE”, es así la dirección técnica del Tricolor, igual a una silla eléctrica donde el voltaje no tiene término medio. O lanza como cohete al estrellato o quema hasta lo último que queda hasta chamuscarlo. Ya el colmo de la publicidad llega a que presente a los 11 guerreros aztecas en la alineación con adjetivos. Ya todo pasa por el “Piojo Méteme”, ya todo pasa que aquellos que apoyan a la Selección en el aspecto comercial en esa voracidad de generar y corresponder, aceleran el pulso de la silla eléctrica cuando el alrededor no va acompañado de lo más importante: Los resultados.

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