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29, junio 2015 - 10:10

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POR HÉCTOR REYES

LA selección de los niños descalzos de la montaña cayó contra el representativo de Israel en la final de la Copa Barcelona con una pizarra de 40 puntos a 35, por lo cual en su segundo año consecutivo se les escapa el título en tierras españolas.
En el 2014 también en un reñido encuentro sucumbió ante una escuadra francesa, pero esto no afectó el ánimo de los triquis, que recibieron un trofeo, medallas de plata y el reconocimiento de la gente.
Para llegar a la final le ganaron a cuatro equipos, dos de España, uno de Suiza y otro más de Hungría. Esta vez no pudo la selección comandada por Sergio Zúñiga ceñirse la corona, aunque dejaron en el camino a los favoritos, que representaban a la escuela de baloncesto más antigua de Cataluña, el CB COLL, con un marcador de 47 puntos a 28, en el primer cotejo celebrado el sábado.
El segundo encuentro los triquis se impusieron 61 a 22 en contra de Cultura Badalona de España. El juego tuvo un inicio cerrado, en el primer cuarto con parcial de ocho a siete a favor de México. Pero, poco a poco el equipo de Oaxaca que realizó el viaje con el apoyo del DIIF de la entidad impuso su juego en un gimnasio a tope de aficionados españoles y mexicanos que estudian en la ciudad Condal.
El equipo triqui también superó en el tercer encuentro al Blonay de Suiza 54 a 22 en un juego hasta cierto punto cómodo, donde debutaron tres jugadores de la Academia de Basquetbol Indígena de México (ABIM), dos de la región triqui y uno más de la sierra de Juárez de Tetela: Aniceto, Enrique y Braulio, quienes mostraron su carácter y poco a poco adquirieron seguridad, en el cambio de actitud de la niñez indígena, apuntó el entrenador Sergio Zúñiga. La racha invicta continuó el domingo, al imponerse los niños descalzos al equipo húngaro Barna 47 a 29, a pesar de la fortaleza, carácter y mucha altura de los rivales, por lo cual el técnico mexicano declaró que estaban conscientes de lo que son, de lo que tienen y de lo que pueden hacer. Estaban emocionados y contentos de pasar a la gran final.
Un coach de un equipo que viene de Inglaterra le preguntó: ¿Cómo hacer para que sus jugadores jueguen con esa disciplina, con esa pasión, con ese orden? ¿Cómo lograr que a pesar de su estatura ellos juegan sin complejos? Le respondió: “Cuando se vive en la pobreza extrema, cuando sólo se hace una comida al día, cuando desde los seis u ocho años debes trabajar, debes sobrevivir, ya que todo está en tu contra”.
Añadió: “El estudio son cosas que, lejos de ayudarte, te desaniman, porque el hambre no te deja pensar, vivir con tus pies descalzos, tu ropa del día vieja, que por más que trabajas y trabajas no ves un cambio en ti o tu familia, ahí es donde dudas si deberías estar aquí. Ahí es donde le dices a Dios: ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué vivo así? Esta es la historia que cambiamos, esta es la niñez que estamos formando, esta es una niñez agradecida con la vida por la oportunidad que se les da”.
Dentro de la narración que hace al entrenador inglés, Sergio se apasiona y describe a estos niños que dejaron el hacha, el pico, la pala; dejaron de acarrear agua y leña; dejaron de caminar dos o tres horas para ir a la escuela. Esto es lo que les impulsa para que sigan adelante”.
Esta niñez es disciplinada, ordenada y de mucho sacrificio. Porque descubrió que hay un mundo que puede pisar, un mundo que puede vivir, un mundo al cual le habían tapado los ojos, hoy ya con los ojos abiertos sabe que puede vivir sin complejos, porque viene del dolor más grande en el mundo. El hambre. Esta es la muestra de nuestra grandeza como mexicanos, seamos fuertes y luchadores, esa es la diferencia.

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