EFE

Acostumbrado a hablar alto a la hora de referirse a los objetivos de la selección mexicana, el entrenador Miguel Herrera está obligado a ganar en julio la Copa Oro, única manera de darle credibilidad a su idea de repetir en un Mundial, esta vez para jugar con más ambición el de Rusia 2018.

Herrera, de 47 años, obtuvo el puesto de seleccionador en octubre de 2013 luego de que México fue incapaz de clasificarse de manera directa a Brasil 2014.

Alcanzó el pase en una repesca ante Nueva Zelanda y se ganó el derecho a dirigir en el Mundial, y tras su buena campaña en Brasil ahora vuelve a mirar la Copa Oro antes de centrar se de lleno en las próximas eliminatorias del Mundial.

El Tri paró en octavos de final de Brasil 2014 por sexta vez consecutiva. Empató sin permitir anotaciones ante Brasil y superó con autoridad a Croacia, pero en la fase de los 16 mejores fue incapaz de mantener una ventaja y cayó eliminado ante Holanda.

La Copa Oro es un pendiente para México, que promete llegar con ganas de revancha luego de haber sido echado por Panamá en la semifinal del pasado torneo.

En la fase de grupos, ahora el equipo está obligado vencer con autoridad a guatemaltecos, trinitarios y cubanos para a partir de ahí iniciar el camino hacia la final y buscar el título, que ha ganado seis veces.

La Copa Oro será la prioridad de México y por ello Herrera decidió reservar sus mejores hombres en detrimento de la Copa América de la que fue eliminada en la fase de grupos.

Herrera dispondrá en la Copa Oro con los delanteros Carlos Vela (Real Sociedad) y Giovanni Dos Santos (Villarreal), con los volantes Andrés Guardado (PSV Eindhoven), Jonathan Dos Santos (Villarreal) y Javier Aquino (Rayo Vallecano), el defensa Miguel Layún (Watford) así como el portero Guillermo Ochoa (Málaga).

Simpático, temperamental, pero polémico cuando habla, Herrera debutó como entrenador en el Atlante, en 2002, y de ahí pasó por Monterrey, Veracruz y Tecos hasta que en el 2012 fichó con el América y después de dos semifinales conquistó el Clausura 2013.

Le cuesta trabajo aceptar las derrotas sin achacárselas a árbitros o a algún elemento externo, pero ha demostrado capacidad para unir al equipo y hacerlo jugar con alegría.

Todos los mexicanos esperan de él que lleve al Tri al título de la Copa Oro, de lo contrario el sermón del entrenador sonará vacío cuando insista en que los mexicanos tienen fútbol del primer mundo, lo que no han demostrado.