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21, julio 2015 - 11:01

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POR HÉCTOR REYES
FOTOS: JUAN RAMOS

EMOTIVOS mensajes ha recibido la marchista María Guadalupe González al morirse en la raya, en los 20 kilómetros de caminata, durante los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, situación que no dejó muy conformes a sus entrenadores Juan Hernández y Graciela Mendoza, gracias a que el presidente de la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo Antonio Lozano, quien ha sido un lastre (“bloqueo”) en el trabajo que realizan desde su regreso a la caminata hace cuatro años.
“Se puede decir que en excelente forma, aparte de que a ella le falta mucha experiencia para saber ganar una prueba, saber romper las marcas, esos vienen solitos. Entonces esperemos que con el tiempo vaya aprendiendo como debe de ser un atleta”, dijo el profesor Hernández con el uniforme puesto de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, luego de señalar que debió administrarse más, ya que estos Juegos son para ganar medallas.
Señaló que no es el culpable del desmayo de su pupila como lo hizo ver el dirigente del atletismo nacional y le preguntó una vez más: ¿Por qué no autorizó el campamento de aclimatación en Tabasco bajo condiciones de calor y humedad parecidas a la de Toronto? ¿Por qué tampoco permitió que realizaran el viaje cualquiera de sus dos asistentes Graciela Mendoza o Gerardo Muñoz, consciente de que él no está en condiciones de hacerlo debido a una afección cardiaca?
El entrenador solicitará a las instancias deportivas nacionales una revisión exhaustiva de las condiciones de Guadalupe González, ya que es la segunda ocasión que sufre un desmayo en competencia, la primera no fue tan severa como ésta en la que perdió la noción del tiempo y el espacio. Cuando despertó preguntó dónde estaba, qué hacía ahí (servicio médico) y si había roto el récord panamericano.

El profesor Hernández le sugirió a las atletas que hicieran la petición al director de la CONADE Alfredo Castillo, si podía financiar la participación de Guadalupe y Alejandra, durante el próximo Campeonato del Mundo de Beijing, ya que la Federación sólo se comprometía a darles el aval, plazo que vence el próximo cinco de agosto. De lo contrario buscarían el apoyo del gobernador mexiquense Eruviel Ávila o de la Universidad Autónoma del Estado de México, institución a la que pertenece la atleta que en tres años ha roto los paradigmas de la marcha femenina. Desde que llegó con el equipo de Juan Hernández hace casi tres años –los cumple en octubre-, con un peso de 44 kilogramos – ahora 48 kg-, la progresión de sus marcas le han dado un sitio en una especialidad que brillara con luz propia, desde su participación en el Campeonato Nacional de Atletismo, en Guadalajara, donde ocupó el primer lugar en una distancia de 10 mil metros hasta caminar este año en dos ocasiones debajo de una hora y 30 minutos, en el Campeonato Panamericano de Chile (1:29.22) y ahora en Toronto (1:29.24), una diferencia apenas de dos segundos arriba de su mejor registro.
“Estoy orgullosa por los resultados que ha dado, francamente no me gustó su prueba, ella es muy bruta al salir adelante (era necesario frenarla). Lo bueno que todo México cree en esa clase de atletas que se aferran”, porque dijo que es una atleta muy fuerte y soporta el dolor. Quiere que ella haga historia dentro de la marcha femenil, un ejemplo para la mujer”, declaró la experimentada marchista y entrenadora de Guadalupe, Graciela Mendoza, con una playera de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo 1998, donde ganó la prueba arriba de 45 grados centígrados.
Desde el punto de vista técnico, Guadalupe caminó los primeros 10 kilómetros en 43 minutos, ritmo para caminar debajo de una hora y 28 minutos; sin embargo, desde el kilómetro 17, iba “fundida”, los tiempos empezaron a subir: el km 17 (4.26 minutos), el 18 (4.28), al 19 (4.30) y en el 20 (4.35), dónde se desplomó. Sus pupilas Guadalupe González y Alejandra Ortega llegarán a la ciudad de México este martes.