SAN NICOLÁS DE LOS GARZA.- El suelo se cimbró con fuerza, el terremoto era inminente… de pronto un estruendo alertó a los presentes, quienes corrían despavoridos para observar y ser partícipes de la erupción del Volcán.

Alegría e ilusión, fueron los ingredientes especiales que hicieron espectacular el duelo de la final de ida de la Copa Libertadores.

Desde dos horas antes de que iniciara el cotejo, los seguidores de Tigres presumieron y gritaron a los cuatro vientos ser el primer equipo norteño en llegar a esta instancia, por lo que hasta los Rayados los apoyaron.

Conforme las manecillas del reloj caminaban el carnaval subía de intensidad, al grado de que los aficionados argentinos que se dieron cita en el Uni fueron silenciados a su ingreso por los tremendos rugidos de los felinos.

Una vez dentro del Volcán, y desde el protocolo de los himnos nacionales, las gigantescas mantas se hicieron presentes dejando en claro quién era el local. Fue ahí donde la oncena de River sintió la presión.

El encuentro comenzó y los cánticos y brincos movían de un lado a otro los cimientos parecían desmoronarse. El calor no fue factor para los aficionados, quienes se despiaban de sus playeras para alentar con más fuerza.

Jurgem Damm tuvo en sus piernas llevar al éxtasis a los más de cuarenta mil aficionados, quienes al ver la falla del juvenil no decayeron en ánimos, y cobijaron el dorsal ‘27’.

¡Vamos Tigres, te quiero ver campeón otra vez! Fue el cántico con el que cerraron un ambiente de primer nivel, y le solicitaron a su felinos regresar de Argentina con el título continental entre sus garras. (Tonatiuh G. Trujillo/Fotos: Óscar Ramírez/Enviados especiales)