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9, agosto 2015 - 21:16

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POR OMAR PÉREZ DÍAZ
FOTOS: OSCAR RAMÍREZ
ENVIADOS ESPECIALES
SAN NICOLÁS DE LOS GARZA.- No todos los dramas son lo mismo en el futbol. Una cosa es perder una Copa Libertadores y otra muy distinta ser el candidato número uno al descenso.
Dos realidades que se confrontaron este domingo en el Volcán, que concentró a dos equipos sin victorias en el Torneo Apertura 2015.
Uno tenía que ganar o perder… y acabó siendo un esperanzador empate para las Chivas, que se levantaron de la lona para alcanzar 2-2 a Tigres, aprovechando que jugaron con un elemento de más desde el minuto 53, cuando expulsaron a Jesús Dueñas. Y al final al portero Nahuel Guzmán, en una decisión clave.
Antonio Briseño, que había entrado de cambio muy pronto, y André Pierre Gignac le pusieron número a la casa, con la primera vez en varios renglones: el primer tanto felino del campeonato y también la primera anotación del francés en nuestro país. Suficiente para alegrar el lleno del estadio Universitario.
Nadie hubiera dado un peso por los chavos del Rebaño Sagrado que lucía en desgracia.
Hasta que Raúl López, y luego Ricardo Vázquez, ejecutaron dos goles de ensueño, que saben a gloria, para evitar la tercera caída consecutiva de los tapatíos. Puede parecer poco si repasamos que sigue siendo último en la tabla de porcentaje, pero para como estaba el asunto, sabe a triunfo.
Ambos cuadros siguen sin ganar. Un punto para cada lado, abajo en la clasificación pero obligados a ofrecer mejores cosas que lo mostrado. Les urge.

DIFERENCIA DE NÓMINA
Ahora mismo es duro ser jugador de Chivas. Ni se diga técnico. La plantilla se antoja corta y cualquier contratiempo, llámese lesión o suspensión, hace aún mayor el déficit de argumentos.
Todo lo contrario a Tigres. Si algo sobra en la banca del “Tuca” son elementos, variantes; en consecuencia, potencial.
No es tonto el Chepo, en desigual peso optó por cuidar al máximo su meta al partir de una línea de tres con cinco volantes entregados al sacrificio, corriendo, tratando de hacer más “chica” la cancha. Por instantes, cuando Fierro, Bravo y Ponce se acercaron al área con relativo peligro, parecía lo adecuado.
A la larga no fue así. Tigres fue creciendo. Con la pelota en los pies de Dueñas o Pizarro, fueron buscando a Damm, sobre todo; también al impredecible Aquino. Y si algo faltaba: Sóbis y Gignac, esa cobra francesa de acecho constante, que aguarda un instante para hacer daño.
Demasiados códigos ofensivos para la defensa rojiblanca, que había soportado la insistencia de Damm por derecha, pero se vio sorprendida en un “corner”, con un obús desconocido: Toño Briseño, que había entrado por la lesión de Juninho. Eso tiene Tigres, una sorpresa a cada candado, y el “Pollo”, con un remate certero, tumbó el cerrojo tapatío.
Confiada, la fiera fue por más, insistió, mordió, acorraló al Rebaño hasta el punto del quiebre, casi al descanso, cuando daba la impresión de que ya era necesario reposo, un latigazo de Dueñas pescó mal parada a la defensa visitante. Acabó pagando Salcido en un desequilibrado mano a mano con Gignac, que se lo quitó con un caño, y ya solo en el área, ante Toño Rodríguez resolvió con suave toque y justificó todo lo que se espera de su categoría.

DESPERTAR ROJIBLANCO
El 2-0 daba por noqueado al Guadalajara. En el entretiempo, el Chepo de la Torre comprendió que ya no tenía caso insistir en precauciones. El asunto es que tampoco le sobran respuestas.
Echó mano de muchachos como Ramírez, el lugar de un “Aris” Hernández sin salida, y más delante de Cisneros. Algo había que intentar…
Pero la esperanza llegó por otro lado. Al minuto 53, Jesús Dueñas se tiró de fea manera a los pies de Carlos Salcido, al que lastimó seriamente, llevándose el cartón rojo de Francisco Chacón. Todavía mejor para Chivas: a la siguiente jugada, en un tiro libre, Raúl López pateó un derechazo con toda el alma que se metió en el ángulo de la meta que defiende Nahuel Guzmán.
Tenía vida el Rebaño. Y se empeñó en hacer crecer su juego, trató de aprovechar su ventaja numérica, buscó algún resquicio en el conjunto del “Tuca”, que se agrupó para no quedar desprotegido, apuntalado por Egidio Arévalo, confió a una descolgada de Damm o Aquino, una especie de “wings” antiguos.
Fueron tantas las ganas rojiblancas, o tal vez los gritos del Chepo, que todo eso se vio concentrado en el botín derecho de Ricardo Vázquez, que sacó una media vuelta de la nada, de frente al marco regio, colocó un rayo inalcanzable para Guzmán al minuto 80. Un golazo de pura fe.
Ya entregado en la épica de sus colores, de su historia, el Guadalajara se entregó al esfuerzo, a buscar un gol más, un milagro, que para eso da la situación actual del equipo. Empujó con tal ímpetu que en la acción final encontró una falta en los linderos del área y la expulsión del portero Nahuel Guzmán, aparentemente, por un insulto.
El dramático desenlace se presentó con Guido Pizarro bajo los tres postes y Miguel Ponce cobrando para un final de película, con el balón en los guantes del improvisado guardameta ¡Qué agonía!