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11, agosto 2015 - 9:28

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SANTIAGO, Chile (Agencias).- Revelan partes sobre el libro en honor al desaparecido cantautor Gustavo Cerati, fallecido el pasado 4 de septiembre de 2014.
En una de sus páginas con fecha del sábado 15 de mayo de 2010, dice:
“Termina el show de Gustavo Cerati en Caracas y el músico luce distinto. Confundido, extraviado, desganado, apenas logra concretar el hito de cierre de la gira, la foto con todo el equipo, antes de terminar arriba de una ambulancia, en el inicio de uno de los calvarios más terribles que recuerde el rock latino”.
De esta manera se describe el funesto día, plasmado en la nueva biografía del argentino, escrita por el periodista Juan Morris, y que está pronta a ver la luz, completando una saga literaria en torno al músico que ya tenía en tiendas a “Cerati. Conversaciones íntimas” de Gustavo Bove y “Cerati en primera persona”, por Maitena Aboitiz.
Lo anterior fue reproducido por el diario argentino Clarín el pasado domingo con el fragmento correspondiente a ese día, y el resultado que quedó no deja de ser desalentador, dejando entrever procedimientos médicos que no estuvieron a la altura del mal que Cerati estaba desarrollando.
Y todo el calvario inició en el propio lugar del concierto, el campus de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, en cuyas bambalinas el sonidista Adrián Taverna y el músico Richard Coleman pudieron percibir que las cosas no iban bien, y que se necesitaba la presencia de paramédicos.
Al rato arribaron “dos chicos que no tendrían más de veinte años y que al ver a Gustavo Cerati descompensado no supieron qué hacer.
“Charly Michel, el kinesiólogo que viajaba con el equipo, revisó qué remedios tenían los paramédicos en sus bolsos y les pidió que fueran a buscar la camilla. Gustavo se podía mover pero estaba como abrumado, lento, y no podía hablar”, se describe en el ejemplar literario.
Así, en la ambulancia lo condujeron hasta el Centro Médico Docente La Trinidad, lugar que encontraron a oscuras: Se había cortado la luz. La respuesta que les dio una enfermera fue que el grupo electrógeno sólo funcionaba para la terapia intensiva y los quirófanos, lo que los obligó a volver con Cerati a la ambulancia y partir a otro recinto. Luego volvieron a La Trinidad.
El artista quedó en observación, “pero como no presentaba ninguna mejoría ni los médicos tenían un diagnóstico de su estado, a eso de las cuatro de la mañana lo alojaron en la suite presidencial del tercer piso y llamaron por teléfono a un cardiólogo, que les dijo que recién iba a poder ir a las diez”, se reseñó.