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11, agosto 2015 - 10:46

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Una alianza con la derrota tiene a Crisanto Grajales como un triunfador, un histórico del triatlón, deporte donde vive la libertad a pesar de las cicatrices que parecen tatuajes en su piel morena, aunque hay una herida que no ha cerrado al paso de los años.

En la zona de las rodillas es donde más exhibe las caídas en la bicicleta y con nostalgia recuerda su primer mundial en Australia en el que ocurrió el accidente, “me preparé mucho y la máquina, que es el cuerpo, ya no me daba, por mucho que quería avanzar, no me daba, y la gente me pasaba, me pasaba”.

Al final tuvo que abandonar y todavía lo vive como una “herida emocional que está abierta, porque las heridas físicas cierran y ésta no” y es parte del aprendizaje, madurez y experiencia, porque “de todas las derrotas y caídas es de donde más aprendes y te haces fuerte”.

En entrevista, consideró que “la derrota es algo muy valioso, ya que para estar arriba tienes que tener muchísimas derrotas, eso es muy importante porque todo atleta de alto rendimiento ha pasado por eso, por esas grandes derrotas, por el querer tirar la toalla, por momentos muy difíciles. Realmente es lo que fortalece al atleta y para mí es una palabra bastante clave”.

En los Juegos Panamericanos Toronto 2015 se convirtió en el primer mexicano en ganar la medalla de oro en triatlón, a lo que Grajales señaló que “la victoria es la gloria”, al tiempo que indicó que “es muy difícil llegar a la victoria, es un resultado del fracaso, y lo más difícil es mantenerse arriba”.

Ser victorioso, no es casualidad para él, porque por sus venas corre sangre de deportistas, sus padres Crisanto Grajales Landa y Guadalupe Valencia Lara fueron maratonistas y desde niño lo canalizaron al deporte.

En su niñez practicó atletismo, jugó futbol como portero, basquetbol, karate y judo y en este último sobresalió al ganar primeros y segundos lugares.

“Si no hacía tarea, hacía ejercicio. Sí me hubiera gustado jugar con mis compañeros de escuela, ir al cine y hacer otras cosas, pero no me quejo, estoy muy agradecido con mis padres porque gracias a ellos el deporte es mi vida”, aseveró.

Después de deambular en los escenarios encontró su destino deportivo a los ocho años de edad, cuando sus papás lo inscribieron en el triatlón de la Escuela Normal Veracruzana de Jalapa.

“Y lo gané y encontré en el triatlón que me calmaba mucho, porque de verdad a mis papas les sacaba las canas verdes, era muy inquieto, no me podían calmar con nada, y ahora llegaba del triatlón muy tranquilito, nada más cenaba y a dormir”, rememoró.

Compartió que si no hubiera encontrado el triatlón habría estudiado arquitectura que le gusta mucho, o medicina porque escuchaba historias de sus tíos médicos sobre las operaciones quirúrgicas que hacían.

Pero no, para Grajales dicho deporte es su paraíso, pues “desde que hice mi primer triatlón encontré algo que a mí me gustó, que me llenó, que me hace sentir alegre. Cuando hago las tres disciplinas, la natación, la bici y la carrera me doy cuenta que siento esa sensación de libre, de libertad”.

Cuando está en el agua le da por pensar “cómo un cuerpo puede flotar, cómo puede ser hidrodinámico” y cuando corre analiza “cómo un cuerpo puede llegar a cierta velocidad, cómo es el cuerpo, la naturaleza del cuerpo”.

Sabe que “en esta disciplina encuentro la libertad, es una forma de expresarme haciendo lo que más me gusta y compitiendo salgo a dar lo mejor de mí. El triatlón es bastante dinámico, no me aburre, como puedo ir solo para pensar en mi familia, mi país y el deporte, o con compañeros con los cuales puedo platicar de varias cosas”.

Claro que ahora goza de lo mejor, al comentar que “el triatlón es un deporte bastante caro y hay que invertirle mucho y más al ciclismo por la bicicleta, porque una bicicleta muy básica te la vas a encontrar alrededor de 15 mil pesos y después vienen unas muy caras y la mía ha de estar alrededor de 120 mil pesos, es la mayor tecnología que hay y en este nivel todo cuenta, como tenis, bici, casco y lentes”.

Tiene claro que no son gastos, es inversión y en su trabajo no escatima nada para triunfar, para ganar bien, pero “comparado al futbol, no gano nada”, pero no se queja porque tiene buena beca de CIMA y el gobierno veracruzano también lo apoya y cuenta con ocho patrocinadores encabezados por una marca de bebidas energéticas.

Para ser grande tiene por ejemplo a su paisano Germán Silva, sexto lugar en maratón en los Juegos Olímpicos Atlanta 1996 y medalla de plata en medio maratón en el mundial de 1994, y a Julio César Chávez, considerado el más grande boxeador mexicano de todos los tiempos.

A Germán lo conoció en Jalapa, en la casa de sus padres, donde recibió unos tenis, unos balones y otras cosas cuando empezaba como triatleta. “Son de un gran carácter, un gran ejemplo de guerreros y son unas personas increíbles”.

Claro, no goza de la fama de “JC” Chávez, a lo que aseveró que “no me siento famoso, para nada, soy una persona normal que cuando puede le gusta ir al cine, escuchar música, comer con los amigos. Estos títulos no me hacen ni más ni menos que otra persona. Sí disfruto mucho cuando voy a la plaza y la gente se toma fotos conmigo”.

El tiempo transcurre, la entrevista llega a su fin, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 se acercan día a día y Crisanto Grajales se enfila para lograr más historia dentro del deporte mexicano (Notimex).

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