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Ajo y agua. Hugo Sánchez
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Hugo Sánchez

2, mayo 2018 - 0:59

Ajo y Agua

¡Vaya sufrimiento! Creo que todas las personas que presenciaron el partido de la semifinal entre Real Madrid y Bayern Munich, al igual que yo, estuvieron en el filo de la butaca. En mi caso, en muchas ocasiones me mantuve de pie, ya que desde casa estuve viendo el juego con unos nervios y una sensación de impotencia que ustedes deben comprender, especialmente por no estar en el estadio, de no poder entrar a la cancha para ayudar los jugadores, como en su momento lo hice en los enfrentamientos que tuvimos contra el Bayern Munich, en la temporada 87-88, donde el partido de ida perdimos 4-1 en Munich y ese encuentro no lo pude jugar porque estaba sancionado por acumulación de tarjetas. Recuerdo una anécdota de ese duelo, y fue el pisotón que le dio Juanito en la cabeza a Lothar Matthäus y que le costó la expulsión.

En el partido de vuelta, en el Santiago Bernabéu, ganamos solamente 1-0 y quedamos fuera, porque en ese entonces era por sorteo la eliminación, no por liguilla, como es ahora. Los jugadores alemanes, como Augenthaler y Jean-Marie Pfaff, se burlaron de los aficionados haciendo señas a la grada y el público respondió lanzando objetos a los jugadores, en una encolerizada reacción, lo que, claro está, representó un castigo para el equipo en la temporada siguiente.

Ante tal situación, para la temporada 88-89, tuvimos que jugar contra el Nápoles a puerta cerrada en el Bernabéu y eliminamos en la vuelta, en Nápoles, en uno de los partidos de mayor tensión que viví con el Real Madrid, estando Maradona como líder napolitano, a la escuadra italiana.

Impedidos de jugar en casa, la segunda eliminatoria, con el Porto, la jugamos en Valencia, y la vuelta en el Estadio das Antas. Los partidos contra Nápoles y contra Porto fueron de los más difíciles en cuanto a la afición se refiere, con un público apoyando y ejerciendo presión en todo momento.

La siguiente eliminatoria fue justo contra el Bayern  Munich, nuevamente, y estoy contando todo esto porque uno de los partidos de mayor tensión que viví dentro de la cancha fue precisamente en esa eliminatoria. El partido de ida íbamos perdiendo 3-1, con gol de Emilio Butragueño, para descontar la diferencia, y en el último minuto una falta por la zona izquierda puso el ambiente verdaderamente tenso. Había nevado y la cancha estaba muy rápida por la humedad; disparé fuerte y raso, y a Jean-Marie Pfaff se le escurrió el balón por debajo del cuerpo. Ese gol lo festejé como pocas veces, y ahora van a entender por qué:

Resulta que habíamos hecho una apuesta con Ramón Mendoza, el presidente del club, que si eliminábamos al Bayern, la prima era doble. Ya antes habíamos ganado las primeras con el Nápoles y el Porto, y ese gol se tradujo en un auto Mercedes. Recuerdo que cuando anoté, ese gol lo celebré junto con mis compañeros gritando: “Ya tenemos el Mercedes… Ya tenemos el Mercedes”, ya que el 1-0 en el encuentro de vuelta nos bastaba para eliminar al Bayern, pero el resultado final fue de 2-0, aunque fue tan duro el partido que provoqué la expulsión de Augenthaler, en una entrada violenta que me hizo.

Aquello fue lamentable, pues a partir de ese momento me convertí en una cotizada “presa”. Todos los jugadores del Bayern me querían cazar para golpearme e incluso  lesionarme, que era su verdadera intención. No pudieron conseguir su cometido y al final del partido se fueron todos contra mí, porque según ellos había sido el causante de esa eliminatoria en la cual nos desquitamos de la eliminación en el torneo anterior.

Cuento estas anécdotas porque reviví todo eso mientras estaba viendo tanto el primer tiempo como el segundo. Los viví con cierta desesperación, a sabiendas de que podíamos quedar eliminados en el mismo Santiago Bernabéu, si anotaban un gol más.

El Bayern Munich tuvo seis ocasiones claras de gol y acertó en un par de ellas, ya que Keylor Navas tuvo una actuación sobresaliente, mientras que el Real Madrid tuvo tres  ocasiones claras de gol y metió dos, una en un clamoroso error del portero que provocó la eliminación del Bayern.

La diferencia, entonces, pudieron ser los porteros, porque mientras el portero alemán, Sven Ulreich, tuvo una falla garrafal, Keylor Navas se convirtió en la figura del Madrid.

Ahora, todo hace pensar que la final del próximo 26 de mayo, en Kiev, será nuevamente entre el Real Madrid y el Liverpool, ya que la ventaja que lleva el equipo inglés es importante, pero no imposible de remontar.

Nuevamente el Real Madrid estará en otra final, buscando nada menos que su tercera Champions de manera consecutiva. En su momento, el Bayern Munich logró tres títulos seguidos, de 1974 a 1976, y el Ajax de 1971 a 1973, mientras que el único equipo que ha ganado cinco títulos de manera consecutiva en la historia es justamente el Real Madrid, de 1956 a 1960.

Si el Madrid llega a ganar esta final, estaría sumando su tercera Champions de manera consecutiva, un logro más para el mejor equipo del mundo, que estaría fortaleciendo de esta manera la ya llamada “Tercera Época Dorada del Real Madrid”.

¡Que te lo digo yo!