Eduardo Brizio
27, abril 2021 - 8:00
Espejitos por oro
Javier Hernández Balcázar, mejor conocido con el mote de: el “Chicharito”, es, pésele a quien le pese, duélale a quien le duela, el máximo goleador histórico de la Selección Nacional Mexicana, con 52 tantos, superando a delanteros legendarios como Jared Borguetti y el mismísimo Hugo Sánchez.
Emigró hacia el viejo continente luego de haber obtenido el título de goleo con el rebaño sagrado, para enrolarse en el Mánchester United, escuadra con la cual llegó a disputar la final de la Champions.
Ganó el Mundial de Clubes integrando el plantel del Real Madrid y la Europa Ligue formando parte del Sevilla, por mencionar algunos de sus galardones más importantes.
Ha metido goles de todos colores y de todos sabores, en cada uno de los equipos en que ha jugado ha anotado, incluyendo tres tantos en Copa del Mundo (dos en Sudáfrica 2010, uno en Brasil 2014 y uno en Rusia 2018); es decir, es el único futbolista Azteca que ha marcado en tres Mundiales, completando 4 pepinillos (record que comparte con Luís el “matador” Hernández).
Ahora que ha arrancado la MLS, ha tenido un inicio sensacional, anotando cinco goles en dos partidos, recibiendo elogios por su magnífico desempeño.
Sin embargo, sus detractores (inexplicablemente) se cuentan por docenas, menospreciando sus logros. Lo más grave de todo esto es que quienes más lo critican son sus propios paisanos, haciendo válidas las palabras bíblicas de “nadie es profeta en su tierra”.
Ahora, empezando por la dirigencia del Tri, ponen en duda su llamado al equipo de todos para disputar la Copa Oro. Mientras que otros opinan que: “como Raúl Jiménez no está disponible, el Chicharito es buena opción”.
Sinceramente se me hacen una falta absoluta de respeto las declaraciones del Tata Martino, pronunciadas hace poco tiempo, en el sentido de que “nadie juega en la Selección por ser goleador histórico”
Me gustaría saber si Martino se atrevería a hacer esas declaraciones si dirigiera a la celeste en el sentido de que no llamaría a Maradona, por ejemplo. Lo harían pedazos en Argentina: pero aquí, imbuidos por el espíritu de: Malinalli, Malintzin, doña Marina o simplemente la “Malinche” (como usted prefiera llamarle) despreciamos lo nuestro y preferimos todo lo que venga de afuera.
En cualquier país estarían orgullosos de tener un futbolista de la prosapia de Javier Hernández, de don Javier; pero no aquí. Por eso, la historia se repite una y otra vez, nos siguen cambiando … espejitos por oro.
Eduardo Brizio
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