Salvador Aguilera
23, mayo 2018 - 0:49
Juan Carlos Osorio debe ser hoy un hombre feliz. Esta a menos de un mes de debutar en una Copa del Mundo. No lo hará con la Selección de su país, porque los colombianos no le dieron esa dicha, al menos no todavía. Pero como nadie es profeta en su tierra, fue México el que le abrió las puertas, los brazos y hasta la cartera, para brindarle la oportunidad más grande en su carrera como director técnico.
De ahí, que Osorio debe ser hoy un técnico súper motivado. Dispuesto a todo. No puede desaprovechar esta oportunidad, que ni Colombia le brindó. Además, tiene una generación de futbolistas que pinta para ser la más brillante, aunque no falta el que dice que ya lo es, por la gran cantidad de seleccionados que juega en Europa.
Sin embargo, hay quien piensa que antes los jugadores del Tricolor tenían más liderazgo. Incluso los técnicos de México en las pasadas Copas del Mundo, parecían tener más autoridad y personalidad que el propio Osorio, ya ni hablar de jugadores como Jorge Campos, Claudio Suárez, Alberto García Aspe, Luis García, Cuauhtémoc Blanco, Ramón Ramírez, Luis Hernández, Zague, Jared Borgetti, Rafa Márquez etc.
Desde luego que había carácter y personalidad, pero el resultado siempre fue el mismo. Nadie, desde 1994 a la fecha, ganó el boleto para el quinto partido. Hoy, esta generación de futbolistas que puede ser la mejor de toda la historia para el futbol mexicano, tiene esa gran oportunidad. Ya no estoy tan pegado a la Selección como lo hice durante años, pero cuando un Mundial se aproximaba, el entusiasmo era grande. Los aficionados siempre se entusiasmaron y brindaron un apoyo incondicional al grado de invadir las sedes mundialistas para que México se sintiera como en casa.
Ojalá que esta nueva generación entienda la oportunidad que tiene en los pies. No es un Mundial más. Rusia 2018 debe ser el momento esperando. Si durante tantos años se reprimió ese festejo de avanzar a los cuartos de final, porque cuando no fueron los penaltis frente a Bulgaria, se atravesó Alemania, Argentina, una pifia arbitral o hasta aquel ridículo papelón frente a Estados Unidos en el 2002. En fin, siempre hubo algún triste motivo para llorar el adiós de un Mundial.
Suena muy motivador decir que vamos a ser campeones del mundo, porque nadie se puede poner límites en un torneo. Sin embargo, hay una realidad, también un pasado que nos ubica en un nivel que no brinda grandes esperanzas como un título de ese tamaño, al que normalmente aspiran las potencias y la Selección Mexicana no está aun dentro de esas esferas. A pesar de todo eso, me gustaría que cuerpo técnico y jugadores lograran una fortaleza única, que nos haga trascender como nunca antes. Para eso, no queda otro camino que trabajar y trabajar bien. Si lo logran, podremos confirmar que México cuenta hoy, con la mejor generación de futbolistas de todos los tiempos.
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