Salvador Aguilera
24, mayo 2018 - 1:41
Cruz Azul sigue dando de qué hablar. Ricardo Peláez llegó decidido a todo y aunque aseguró que no es mago, sabe perfectamente con qué fórmulas puede tener éxito un equipo y en eso se está enfocando.
No sé si en diciembre el Cruz Azul levantará la Copa, pero creo que al menos mostrará otro rostro, lejos de cualquier maldición que haya podido existir en su anterior estadio, que nada bueno le trajo. Estoy seguro de que Peláez está rompiendo viejos moldes, que su actitud y su mentalidad deben ser ya un mensaje para todo el equipo en general. El que no se quiera poner las pilas, no puede ser jugador celeste.
Y aquí caemos en un punto muy interesante, porque hoy Peláez, es decir, la directiva en general, está haciendo su chamba. Si al final no llega el título, habrá que repartir responsabilidades. Lo digo porque después no hay memoria. En estos momentos vemos muy bien lo que se está haciendo. La Máquina está trabajando con el tiempo necesario, no está dejando nada para el último momento o para la improvisación, porque Peláez no trabaja así. De inmediato se ve que hay más comunicación con su técnico, y creo que Pedro Caixinha debe estar feliz con todos estos cambios.
Pero qué pasará si por allá de diciembre, cuando llegue la fecha 15 o 16 y los resultados no han sido los esperados. ¿Peláez será el culpable? Dejemos que el tiempo nos vaya dando algunas respuestas. Por lo pronto, creo que la directiva está haciendo las cosas lo mejor posible y que los recientes fichajes están ilusionando al seguidor cementero.
Se vale soñar. Siempre se ha valido, sólo que esta vez parece haber más seriedad y compromiso. Al menos hay un directivo que sabe de futbol, que ha tenido éxito y que conoce el camino a seguir. Tanto se habló de la influencia de promotores, que hoy Peláez está decidiendo todo junto con Billy, Robin y Caixinha. No puedo pensar que alguno de ellos no quiera hacer campeón al Cruz Azul. No puedo creer que el futbolista de este club no quiera levantar la Copa, no puedo creer que por el simple hecho de ponerse esta playera, un jugador deje de soñar.
Sinceramente, me daría mucho gusto que pronto llegara ese anhelado título, ese que acabe con la sequía y con tanta presión para un club que llegó a perder varias finales, que por lo mismo perdió hasta la confianza. Pero los tiempos cambian y el futbol siempre da revanchas, sobre todo si hay compromiso, fe, profesionalismo, lucha, entrega y, lo más importante: el deseo de soñar.
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