No basta con soñar

América fue mejor que Cruz Azul, eso no tiene discusión. No fue la final vibrante que todos hubiéramos querido ver, pero la “fórmula Caixinha” funcionó hasta que llegó el partido decisivo y en el que era necesario ambicionar más. No basta con soñar.

El trabajo de La Máquina durante 17 jornadas fue impecable; después empezó a jugar la Liguilla a su modo y cumplió el sueño de muchos aficionados celestes de volver a disputar una gran final, pero cuando hay enfrente un rival más ambicioso y que también sueña con ser campeón, no se puede especular tanto. Cruz Azul fue temeroso, justo en el momento que debió ser más atrevido, pero no quiso equivocarse y al final falló.

Cualquiera pudo pensar que tras 21 años de espera, y después de haber cerrado como superlíder, iba a tener todo el arrojo que se requiere para levantar una Copa, y eso no sucedió. Cruz Azul decepcionó porque una final no se juega así y menos contra el América, que es un equipo que siempre sale a ganar, como lo hizo ayer. Justo campeón.

Cruz Azul tuvo 180 minutos para ser campeón y los echó a la basura. América entendió mejor de qué se trataba esta final, que todo se decidía por un gol, y lo trabajó de esa manera, mientras que Cruz Azul siguió siendo precavido, incluso más que en el primer partido. Caixinha había advertido que ahora sí íbamos a ver una final, pero su equipo no lo demostró en la cancha.

El dolor celeste se manifestó de nuevo. Volvieron las lágrimas y la frustración. La espera ha sido muy larga y ese ansiado título no llega. Caixinha le apostó todo a su defensa y se vio anoche cuando sacó a Cauteruccio. ¿Qué estaba pensando, si necesitaba un gol? Obvio, cuando se vio abajo en el marcador, no hubo capacidad de reacción y sin gol no se puede ganar una final. Nunca entendió que América no era el Monterrey. Otra final perdida, pero tal vez ésta fue en la que menos ambición y actitud se le vio al Cruz Azul. Lo que son las cosas: curiosamente, los dos títulos de Miguel Herrera han sido contra La Máquina.

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