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Desde tierras mundialistas. Alberto Lati
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Alberto Lati

16, mayo 2017 - 13:10

Desde tierras mundialistas

Un nombre que sonaba en el mejor de los casos a hechizo, en el peor a marca de joyería de fantasía o club nocturno de moda. El sólo decirlo propiciaba una mueca de sorpresa en los aficionados más futboleros: Rubin Kazán.

Tan grata fue la irrupción en 2009 de este equipo en la Champions League, que incluso venció al Barcelona en el Camp Nou, que muy pronto debimos habituarnos a su presencia. No era un club convencional; más allá de su procedencia de la región tártara de Rusia, hasta entonces de poca prominencia internacional en materia futbolera, resultaba fascinante su director técnico Gurban Berdiyew, siempre agarrado a un rosario musulmán y con conmovedoras iniciativas para integrar en Kazán a practicantes de todas las religiones.

Sus mejores desempeños quedan ya un tanto lejos, incapaz el Rubin de pelear últimamente con los gigantes de Moscú y San Petersburgo; de hecho, desde la disolución de la Unión Soviética y el consiguiente nacimiento de la Liga rusa en 1992, apenas tres títulos han ido a vitrinas ajenas a esas ciudades; dos de ellos, los del cuadro de Kazán en 2008 y 2009.

¿Por qué el nombre? Porque tras múltiples rebautismos y redenominaciones, comunes en la era comunista, sus dirigentes decidieron que debían buscar algo con sonoridad que acompañara al nombre de la ciudad. Lo que se llamó Distrito Lenin y después Iskra (traducible como “chispa”), mudó al agradable término Rubin Kazán (Rubí de Kazán).

En su estadio le tocará a la Selección Mexicana jugar sus dos partidos más complicados de la Copa Confederaciones: el debut ante el campeón europeo Portugal, y el cierre de la primera ronda frente al anfitrión Rusia.

Ciudad capital del Tartaristán, con bellísima arquitectura, ubicada sobre el imponente caudal del río Volga, con una gran infraestructura deportiva que le permitió recibir la Universiada en 2013, tiene una larga historia en la que numerosos grupos étnicos le dejaron su impronta: los eslavos, los mongoles, evidentemente los tártaros.

Especialmente recomendable es conocer su maravilloso Kremlin. Mucho menor que el moscovita en tamaño, no así en majestuosidad y, sobre todo, en simbolismo:  haber sido construido nada menos que por voluntad de Iván el Terrible, justo encima del viejo castillo de los nobles mongoles, los Khan, que ahí reinaban.

Kazán será la casa tricolor en la Confederaciones. Casa que tornará muy adversa cuando el 24 de junio se busque un sitio en semifinales contra el Seleccionado anfitrión.

Twitter/albertolati