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El Pollo de Tlalpán. Daniel Reyes
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El Pollo de Tlalpan

14, abril 2017 - 10:46

El Pollo de Tlalpan

¿Cuánto por la niña?

CON esa insensible, oscura, vejatoria y lapidaria frase la señora De la Colina y Bárcenas, deja helados y con los ojos llenos de lágrimas a todos los fieles seguidores de “Nosotros los pobres”; cuando tiene la osadía de querer comprar a Evita Muñoz “Chachita”, hija de Miguel Manzano (un zángano bueno para dos cosas, ninguna de ellas útil; hola políticos) y se la suelta a Pedrito Infante, quien muy digno rechaza la oferta y pone en su lugar a la doña; al hablarle del amor, cariño y devoción.

Quizá en este punto usted amable lector se pregunte ¿qué tiene que ver el ídolo de Guamúchil y su obra maestra cinematográfica y en particular esa escena en un espacio consagrado al deporte, más concretamente al balompié?

¡Ah! Pues déjeme contarle.

Y es que para empezar la vida es cine, esa categoría le permite al cotidiano existir, sorprendernos con cuentos llenos de situaciones que son merecedores de plasmarse para la eternidad en el celuloide.

Qué le parece la historia de dos paladines de la justicia, que luchan contra un monstruo defendiendo sus ideales de libertad y el futuro prometedor, para luego terminar traicionando a sus seguidores, a sus ideas y a ellos mismos, por un maldito puñado de dólares ¿Francis Ford Coppola? ¿Quentin Tarantino? ¡No! Jorge Vergara y Pepe Luis Higuera.

“Ese trío de dos canijos” diría el jorobadito de Nuestra Señora de Tlaltilco; pregonaron durante mucho tiempo su pelea contra el sistema (televisivo) organizaron su independencia bajo la bandera de “tele cua-cua” y le dieron la cara al opresor; aunque simplemente estaban simulando algo que no eran, para terminar, luego de unos meses, vendiendo su prestigio (por nombrarle de alguna forma a “algo” que traen en el coco) traicionando a todo el trinche mundo, de la manera más ruin, vil y cobarde.

Pero todavía hay más; puede usted creer que el presidente de un próspero lugar quien haciendo grandes esfuerzos hace crecer su lugar, hasta el punto de competir con los vecinos, pero un mal día, llegan los dueños de un circo, le ofrecen llevar su espectáculo y le obligan a comprar el mismo, aunque solamente le advierten que le iban a prestar al hombre bala con un cañón desvencijado y que utilizaba como casco una bacinica y a un malabarista manco y torpe. Aquel presidente no solamente aceptó, si no que mandó a dos nobles y fieles escuderos a convencer al pueblo en general que ese espectáculo era lo mejor que les podría suceder, que eran unos privilegiados por tenerlo.

Así la maldita garra del poder ha enviado a don Decio y a Memo Cantú a chulear y florear diez mendigos partidos de una Copa Mundial que promete un tumulto de bajo perfil digno de una convención del color gris, en todos sus tonos.

Por cierto “Nosotros los pobres” termina con la petulante, presumida y soberbia doña De la Colina y Bárcenas arrepintiéndose de sus estupideces.

Cierro con una obra titulada “chiva-mundial”

Y ahora lo que tenemos,

Es una misma canción,

Tal vez no lo comprendemos,

Algo que sabe a traición.

Y si no, quéjense a la FIFA.

Twitter: @pollodetlalpan