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Hablillas. José Ángel Parra
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José Ángel Parra

9, mayo 2022 - 4:59

Hablillas

EL MÁS DÉBIL

Entre los tres equipos pretenciosamente denominados “grandes” que clasificaron a la Liguilla, Cruz Azul aparece como el más frágil y con menos argumentos para levantar la corona de Clausura 2022. El sábado pasado, en el Coloso de Santa Úrsula, el conjunto al mando de Juan Máximo Reynoso exhibió sus debilidades y clasificó gracias a los atinados lances del portero Sebastián Jurado en la suerte de los penaltis.

Inteligente, el meta alibiazul se dedicó a observar el balón en cada cobro. En el último de ellos, el necaxista Arturo Adolfo Palma pretendió engañar al guardameta con fintas, pero éste no se movió. Tenía fija la vista en el esférico. Cuando Palma tiró, lo hizo sin potencia y a la derecha. Jurado, concentrado, completó la obra. Es el método más eficiente para trascender desde los 11 pasos.

Sin embargo, para levantar la copa no puedes depender de tu portero. El equipo maquinista cerró de la peor forma el campeonato y se le escapó, por lo mismo, el pase directo a la Liguilla, y aunque después avanzó a la fiesta a costa del Necaxa, lo hizo sin ganar durante los 90 minutos, tras verse alcanzado en la agonía de la contienda luego de ceder por completo la iniciativa al rival.

La última victoria celeste ocurrió el pasado 21 de abril, en territorio queretano, y por la mínima diferencia. A partir de entonces ligó tres encuentros sin victoria y los últimos dos de ellos con sendos empates en el estadio Azteca, incluido el 1-1 contra Rayos, correspondiente a la repesca. Justo ese es uno de sus principales problemas, la localía no pesa. La última vez que ganó en casa fue el 2 de abril, hace poco más de un mes.

Hasta el discurso del estilo defensivo ha desaparecido, al hacerse fácilmente vulnerable, y los lapsos de buen futbol terminan cuando el equipo toma la ventaja y casi de inmediato apela a mantener su magra ventaja.

Por lo anterior, es obvio que los fanáticos azules han recuperado el escepticismo previo a la obtención del título de Liga, porque si bien continúan con vida y ya están en la fiesta, las aspiraciones de éxito se desvanecerán en cuanto ruede el balón, porque el miedo está de regreso. Se trata de los molestos síntomas de un añejo y desconocido mal, dispuesto a enraizarse en torno a la celeste organización.