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Hablillas. José Ángel Parra
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José Ángel Parra

15, mayo 2022 - 22:00

Hablillas

A LA ANTIGÜITA

¿Quién no creció con la polémica americanista a flor de piel? Las decisiones de Joaquín Urrea en la final ochentera que favoreció a las Águilas sobre los Pumas, en La Corregidora; los grotescos clavados del Fanny Munguía, en la final del Prode 85, para la “histórica remontada” sobre el Tampico Madero, en el Azteca; incluso las faltas, que “nadie vio”, en los dos goles sobre la hora para darle la vuelta a La Máquina, en la final de 2013, que inmortalizó a Moisés Muñoz -cual héroe de película gacha-, así como al Piojo Herrera, por su exagerado festejo Súper Saiyajin, y que, de pasadita, valió para crear el verbo cruzazulear.

Sucesos todos que forman parte de una larga lista de extraños y coincidentes pasajes -bajo el auspicio de los hombres de negro- que han acompañado al América hasta convertirlo en el más ganador del futbol mexicano.

Por eso, ahora que disfrutamos el “rescate” del Cantante Guerrero, para el éxito amarillo frente al Puebla, hemos podido apreciar a los millonetas renovados y fortalecidos con el músculo de la controversia arbitral. 

El aficionado ya estaba cansado de la postura de “víctima” con la que Santiago Baños pretendía disfrazar el fracaso azulcrema. Era preciso ver volar al Águila Real, con su acento de gandalla que todo lo puede. Y ahora que el Tano Ortiz le ha dado una inercia positiva al equipo, es factible soñar con más remontadas bajo el sello de la casa.

La plancha de Alejandro Zendejas sobre Federico Mancuello, cuando el juego aún estaba en el aire, ameritaba tarjeta roja, pero entonces el nazareno resultó complaciente. 

No lo fue con los poblanos a la hora de los clásicos jaloneos en el área, tras el cobro de un tiro libre. Tampoco perdonó a Antony Silva, justo en el momento en que éste se anticipó para atajar el penalti ejecutado por Diego Valdés. La repetición resultó un grosero exceso, mas parecía la única forma de reflejar el dominio capitalino sobre el medroso esquema poblano.

Después de todo nadie puede objetar que América era el que dominaba las acciones.

Lo mejor de todo es que los antiamericanistas han recuperado a su “villano favorito”, lo que nos ayuda a recordar el glorioso distintivo de “¡Ódiame más!”, apenas comparable con el himno antimerengue que aún hoy entonan en España, cuando triunfa el mítico Real Madrid… “¡Así, así, así gana el Madrid!”