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Hablillas. José Ángel Parra
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José Ángel Parra

21, junio 2021 - 8:00

Hablillas

ES AL REVÉS

Desde que tengo uso de razón el discurso oficialista y al que se apegan las mayorías, con una dócil aceptación sin debate, pondera que las instituciones son lo más importante y son las que perduran. Las personas, aseguran dichas voces, sólo estamos de paso, mas no los intachables consorcios y, en el caso particular que hoy vamos a tratar, debemos adaptar el discurso a los grandes clubes de futbol mundial.

“Los hombres pasan, pero las instituciones quedan”, dedujo, en la cúspide del poder, el célebre empresario francés Jean Monnet. “Nada se puede hacer sin las personas, pero nada subsiste sin las instituciones”, abundó, mucho tiempo atrás, el mercader del Siglo XX.

La dictatorial sentencia empresarial encaja, a la medida, con la desproporcionada soberbia exhibida por el todopoderoso Real Madrid frente a uno de sus máximos ídolos históricos, el emblemático defensa Sergio Ramos, multicampeón con los merengues, no sólo a nivel local, sino que ha sido uno de los máximos responsables de los últimos trofeos de Champions League que lucen en las vitrinas de la entidad española. El propio zaguero, envuelto en llanto, relató cómo caducó la oferta de un año que le hizo el club, la cual incluía una disminución salarial del 10 por ciento.

El “pecado” de Ramos fue solicitar dos años, dado que aceptó, sin más, la merma económica. Y aunque después aprobó el “paquete completo”, la respuesta blanca fue un rotundo “no”, dado que la propuesta inicial había expirado. “Desconozco los motivos por los que la oferta tiene caducidad”, lamentó el futbolista, incapaz de comprender el maltrato de la organización que preside el engreído Florentino Pérez.

Pero la cosa es al revés. Las instituciones todas, por muy gloriosas e imponentes que pretendan ser, siempre serán finitas. Están sujetas a un principio e inevitablemente llegará su ocaso. Las presunciones de los empresarios que las encabezan quedarán ahí, en el vacío. Y aunque, como quizá le sucedió a Ramos, la fama marea y despoja del Don de la humildad, a la postre cada persona está dotada de un alma, indivisible, insustituible, única e inmortal. Ella sí, inmortal. Por eso, aunque el desplante madridista esté alimentado de jactancia, vanidad y poder, el Real vencedor será el aprendiz, siempre que esté dispuesto a comprender la lección.