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Ida y vuelta. José Ángel Rueda
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José Ángel Rueda

20, enero 2022 - 3:49

Ida y vuelta

IDA Y VUELTA 

Palomita de Poy

POR JOSÉ ÁNGEL RUEDA  

 

El otro día vi una imagen de la portada de un libro del escritor chileno Francisco Mouat. La mezcla de colores, amarillo y azul, y el nombre que evoca a un Paraíso canalla, de inmediato me anticiparon de lo que trataba, entonces quise leer las primeras páginas para corroborar el presentimiento, pero sólo encontré el resumen. 

El escritor habla de Rosario Central, por supuesto, y aunque de Rosario Central se pueden escribir muchas cosas, resulta imposible narrar otro episodio que no sea el gol de palomita que Aldo Pedro Poy le marcó a Newell’s, el 19 de diciembre de 1971. El gol, que da motivo a la novela de Mouat, así como la fecha, son dos acontecimientos en la literatura sudamericana, en gran parte gracias al genio de Roberto Fontanarrosa, y el legendario cuento que escribió cuyo nombre no puede ser otro más que el de la fecha de aquel día. El “Negro” relata con destreza las peripecias del viejo Casale, canalla hasta la muerte, que vivió aquel último día con la intensidad propia del moribundo, y luego el gol mencionado, el de Aldo Pedro Poy, y la palomita más festejada de la historia, y la más replicada, también, porque días después, y años después, en las plazas de Rosario, los hinchas se juntaban a imitar aquel remate, una y otra vez, como si el golpeteo de la cabeza con el cuero fuera capaz de revivir las sensaciones de aquel domingo.  

Me puse a pensar, entonces, si acaso en todos los años que llevo viendo futbol me ha tocado vivir un gol parecido, que cambie la historia, y me queda alguna duda; es decir, no al grado del que marcó Poy. Alguno del Barcelona al Real Madrid, debe ser. Pensé primero en el de Ronaldinho, en el Bernabéu, que galopa desde medio campo por la banda izquierda y luego define al primer palo de Casillas, en un ataque genial, tanto que hasta el público rival se pone de pie y le aplaude. 

Luego pienso que no puede ser ese gol, porque la emoción es extendida; es decir, va creciendo a medida que el jugador avanza y uno advierte la posibilidad de que aquello puede terminar en gol, y la emoción es menor a la que llega cuando el remate es a un solo toque, como un rayo. Entonces recordé el de Iniesta, contra el Chelsea, el disparo desde la frontal que entra en el ángulo y capaz de darle vuelta a la historia.