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Ida y vuelta. José Ángel Rueda
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José Ángel Rueda

25, febrero 2021 - 8:17

Ida y vuelta

Un rayo luminoso

Cuando vi el nocaut de Óscar Valdez sobre Miguel Berchelt, de inmediato lo pensé. Con ese poder que tienen los golpes y los sonidos para llevarnos lejos, a otros momentos igual de vertiginosos. Apenas lo vi y recordé el golpe de Juan Manuel Márquez a Manny Pacquiao, en aquella pelea inolvidable. No fue exactamente igual, hay que decirlo, porque hay diferencias marcadas. A lo que me refiero es que la esencia del golpe sí que fue la misma, así como la sensación que fue capaz de causar en quien lo veía; es decir, el golpe que entra franco y desconecta y apaga de pronto al rival, que pierde la fuerza en las piernas y cae fulminado a la lona ante el éxtasis que sólo puede generar un momento así, por más dramático que sea.

No es que sea yo un seguidor asiduo al boxeo; lo veo de vez en cuando, sólo a veces, cuando alguien me asegura, aunque eso sea imposible, que una pelea promete dar emociones, que es lo mínimo que puede pedir uno cuando se sienta frente a la televisión a ver algún deporte; así que no puedo evitar sentir cierta tristeza cada que los que saben dicen con nostalgia que el boxeo ya no es lo que era antes, que antes todo era acaso más emocionante. Pero yo lo veo con la esperanza de que algo pase. Y eso que espero que pase no puede ser otra cosa que un nocaut fulminante, ver a dos personas que pelean bajo esa lucha constante que supone dar y al mismo tiempo evitar ese golpe que lo dinamite todo, entonces supongo que como yo, hay muchos más que encuentran la esencia del boxeo en el placer que produce ver a alguien llegar a su momento cúspide, mientras que el otro ha perdido la consciencia, es decir, lo ha perdido todo.

Dice el escritor argentino Martín Kohan que en el boxeo uno nunca puede descartar a nadie. El peleador que parece perdido es el más peligroso porque aunque esté a la deriva, siempre tendrá al alcance esa última oportunidad, la posibilidad de dar un último golpe que revierta el resultado de las tarjetas y lo salve de una noche entera en la hoguera.

Alguna vez, platicando con José Luis Camarillo, quien ha escrito de boxeo por casi cincuenta años, me describió el momento del nocaut como un rayo que cae intempestivamente sobre el ring. El rayo que, con su fuerza, es capaz de iluminar hasta la noche.