Eduardo Brizio
16, julio 2019 - 0:17
Un extraterrestre
Entre los grandes recuerdos en materia balompédica que nos dejó este “verano peligroso”, se encuentra sin duda el título obtenido (merecidamente) por el Scratch Du Oro en la Copa América.
Al mismo tiempo, pudimos ser testigos del reverso de la moneda, un equipo argentino, sin pies ni cabeza, comandado por el (supuestamente) mejor futbolista del mundo.
Y digo supuestamente porque Lionel Messi lució más terrenal y mundano que nunca. Como un jugador del montón, sin echarse a la oncena al hombro, sin ser un factor desequilibrante y decisivo; pero, sobre todo, sin rastro de la grandeza que muestra cuando se enfunda en la casaca blaugrana.
“Errare humanum est” es una expresión en latín que significa literalmente “errar es humano”. Quizá el astro argentino, al ser considerado por propios y extraños como un ser de otro mundo, se le olvidó que también se puede equivocar, como cualquiera de nosotros y su proceder durante la competencia sudamericana, recién celebrada en Brasil, será recordado por la cadena de equivocaciones que cometió, una tras otra.
Por principio de cuentas, como ocurre en todas las competencias, el sorteo es dirigido, de tal manera que los equipos favoritos no se enfrenten en las fases tempranas del torneo y con un poquito de suerte, que jueguen la final.
En mi opinión, el principal responsable de que la final no haya sido Brasil vs. Argentina, la tiene el personaje que hoy nos ocupa, al no ser ni la sombra de lo que nos tiene acostumbrados.
Después, víctima de la frustración, se hizo expulsar al intentar reñir con el chileno Gary Medel en el encuentro por el tercer lugar ¡De pena ajena!
Luego, demostrando que es un gran ganador; pero un pésimo perdedor, en un acto violatorio del juego limpio, que sirvió como un pésimo ejemplo para la juventud, se negó a subir al pódium a recibir la medalla de bronce.
No conforme con lo anteriormente relatado, todavía se tomó el atrevimiento de acusar de corrupta a la Comebol. Grave aseveración que le podría acarrear serias consecuencias y que tal vez le obligue a ofrecer una disculpa.
Al mostrar sus limitaciones futbolísticas y querer resolver su frustración recurriendo a la violencia. Al demostrar que no sabe perder y al lanzar acusaciones, al calor del fracaso, sin pruebas de por medio, “pateando el pesebre”, denostando a nuestro querido deporte, confirmó que es un ser humano y que, no se trata de… un extraterrestre.
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