La Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), órgano constitucional autónomo en México, sancionó a 17 equipos de la Liga Mx y a ocho personas físicas por coludirse, en una práctica desleal, para inhibir o evitar el libre mercado, imponiendo topes salariales, afectando la negociación y contratación de futbolistas. ¡Otra mancha al tigre!

Esta situación llama poderosamente mi atención, en virtud de que se ha practicado durante mucho tiempo, por lo menos 10 años, del 2008 al 2018, y era del dominio público; luego entonces, ¿Apenas se percataron de dicho ilícito? Pues están buenos para una emergencia.

Se trató del tristemente célebre “Pacto de caballeros”, que en su momento mi estimado y admirado Dr. Miguel Mejía Barón atinó a rebautizar con el acertado sobrenombre del “Pacto de bandoleros”, que tenía su clímax cuando se realizaba el “Draft” (elegante manera de llamar al mercado de piernas que semejaba a la trata de esclavos).

Los dueños del balón, por no decir “el cártel de pantalón largo”, quisieron dormir al velador (de hecho lo durmieron hasta que intervino la COFECE), implementando un mecanismo que eludía el régimen de trasferencia ordenado por FIFA.

Entre las situaciones que llaman mi atención, también destaca el hecho de la pasividad de los futbolistas para intentar defender sus derechos laborales. La complicidad de la crítica especializada, que ha aprendido a tomar como normales todas estas conductas que rayan en lo delictivo.
Y es que, oiga usted, cómo pasan cosas raras en el futbol mexicano. Apenas nos estábamos reponiendo del estupor que nos causó que Guillermo Álvarez Cuevas, ex mandamás de la Máquina celeste del Cruz Azul, sea prófugo de la justica, por los dudosos manejos que hizo con los dineros de la Cooperativa, cuando nos enteramos que otro directivo ya está tras las rejas.

Se trata de Fidel Kuri, ex dueño de los escualos del Veracruz, quien “cayó” por presunto fraude y un juez le dictó formal prisión. ¡Qué bonita familia!
Muchos jugadores también han tenido que enfrentar a la justicia por diversos delitos, incluyendo la violencia intrafamiliar; la lista es larga y no es el momento para enumerarlos. Sin embargo, cualquiera con la mano en la cintura se atreve a dudar de la honestidad de los hombres de negro, emitiendo irresponsablemente el falaz y trillado grito de “árbitro ratero”, cuando ningún colegiado (en México) ha sido acusado de delito alguno; es más, ni en el alcoholímetro, siendo como gremio, los únicos que le otorgan al futbol mexicano… honorabilidad.