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Las reglas y los reglazos
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Eduardo Brizio

14, agosto 2018 - 2:38

Las reglas y los reglazos

Para darle las gracias

Corría un mes de agosto del año 2003, bien presente tengo yo, cuando al medio día salí de prisa de mi clínica veterinaria, para dirigirme a la escuela de mis hijas, que estaban bien chiquitas. Tan luego como las recogí les recordé lo que habíamos estado platicando la noche anterior y que trataríamos de llegar lo más pronto posible a la casa; toda vez que, como lo veníamos escuchando en la radio, la carrera estaba a punto de iniciar, del otro lado del mundo, en el viejo continente, en París, para ser más exactos.

El tráfico era insoportable; pero yo tenía muchísimo interés en que mis pequeñas vieran competir de tú a tú a una mujer, mexicana de excelencia para que se dieran cuenta de que “si se puede”.

Llegamos corriendo, entramos como alma que lleva al viento al hogar conyugal, encendimos el televisor justo a tiempo para escuchar el “balazo” que marcó el inicio de la carrera de los 400 metros planos. Ella estaba colocada en tercer carril, ataviada con los colores nacionales: verde, blanco y rojo.

Una vez que arrancó, eran pocas las referencias que teníamos para ver en qué lugar iba nuestra compatriota; pero el corazón se nos salía del pecho cuando la vimos salir de la segunda curva, a cien metros de la meta, en primer lugar, para detener el cronómetro en 48:90 segundos, su mejor marca personal y novena marca de todos los tiempos en los 400 metros planos ¡Les caminó por encima!

Mientras ella se envolvía en el lábaro patrio y mostraba orgullosa el bíceps derecho en un alarde de su fuerza, nosotros nos abrazábamos jubilosos gritando entre: “Ana, Ana, Ana”.

Escuchando las notas del himno nacional mexicano, la emoción hacía rodar lágrimas por nuestras cuando ella se encontraba en lo alto del pódium luciendo la medalla de oro que le acreditaba como ¡Campeona del mundo!

Seguramente ya adivinó usted, estimado lector que me estoy refiriendo a la nativa de Heroica Nogales, Sonora, Ana Gabriela Guevara Espinoza.

Echando a volar la sinceridad, el inolvidable momento que nos hizo pasar; así como, el hecho de que mis hijas hayan podido atestiguar el triunfo de una mujer mexicana, actuó como un ejemplo para que al correr de los años se hayan convertido deportistas empedernidas y luchadoras por la vida.

Ahora, la veremos “compitiendo” en otros ámbitos. Aunque ya lleva varios años metida en la política, a partir del primero de diciembre tomará las riendas de la CONADE.

No faltarán las críticas, mucho menos los detractores, porque (desafortunadamente) en nuestro país lo único que no se perdona… es el éxito.

Le deseamos el mayor de los triunfos al frente de esta nueva empresa, al tiempo que le dedicamos este espacio periodístico… y esto es… para darle las gracias.