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Las reglas y los reglazos
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Eduardo Brizio

17, agosto 2018 - 2:43

Las reglas y los reglazos

QUE YA HAYA CHACA CHACA

Memo Vázquez renunció a la Dirección Técnica de los Tiburones Rojos del Veracruz y se destapó la cloaca. Son tantas las anormalidades que ocurren el balompié mexicano y que una vez más salieron a la luz pública empañándolo, que la verdad sea dicha, no sé por dónde empezar.

Por principio de cuentas se evidenció lo que, desde hace muchos años es del dominio público, que en el organismo que rige el futbol en nuestro país, existen los doble contratos, a ciencia y conciencia de todos los involucrados.

Así quedó demostrado cuando el propietario del equipo, Fidel Kuri, tuvo la osadía de declarar que: “él no firma contratos; sino que, los hace de palabra”, lo que es una flagrante violación a los estatutos de la Liga Mx.

Del mismo modo, alguien debería de haber aconsejado a Memo Vázquez respecto a que, los “tratos que se cierran con la mano”, se hacen con gente de probidad moral.

El mandamás de los escualos “es un pájaro de cuenta”, que se ha pasado los “castigos” que le han impuesto, por pendenciero, por el arco del triunfo, lo que no le ha impedido continuar asistiendo a las juntas de los dueños del balón y seguir tan campante ejerciendo la “funciones” propias de su cargo.

No sé porque me acordé de la historia de un hombre que era tan pobre; pero tan pobre, que lo único que tenía era dinero.

Tampoco me parece un asunto menor la cuestión de los dobles contratos; en virtud de que, no se necesita ser maledicente ni mal pensado para sospechar, por no decir afirmar, que se hacen con la insana intención de evadir impuestos, lo que, sin duda, constituye un grave delito.

Cuando yo era niño, era muy popular un comercial televisivo que hacía alusión a: “Acapulco en la azotea”, en donde se podía observar a muchas señoras lavando la ropa y presumiendo su “lavadora automática, de las que hacen chaca chaca”, lo gracioso del anuncio consistía en que bastaba con poner la ropa en una cubeta, agregarle el detergente en cuestión y todo listo, la cubeta se “empezaba a mover”.

Vuelvo a poner en tela de juicio el hecho de que utilicen a un niño, en el protocolo previo a los partidos, para que le entregue el balón al silbante pronunciando las falaces palabras: “juega limpio; siente tu liga”.

Ojalá y me equivoque; pero la falta de claridad en los contratos, aumenta el sospechosísimo sobre el hecho de que nuestro querido deporte se utilice: para poner el dinero en una cubeta, agregarle detergente y… que “ya haya chaca chaca”.