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Las reglas y los reglazos
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Eduardo Brizio

5, abril 2019 - 2:17

Las reglas y los reglazos

Ese no es el camino

Resultó de pena ajena el hecho de que el director técnico de los Pumas de la UNAM, Bruno Marioni, haya agredido a un aficionado al término de la semifinal de Copa disputada en Ciudad Juárez, en donde los felinos cayeron ante los Bravos, ignominiosamente, al son de dos goles por cero, brindando una mediocre, por no decir paupérrima actuación.

Los que pretenden exonerar a Marioni alegan que “el hecho de que para presentarse en la conferencia de prensa los entrenadores se vean obligados a pasar por la tribuna, es inconcebible”.

Puede ser que tengan razón; pero eso no es una atenuante para la aberrante conducta asumida por el timonel universitario. Más a mi favor, si sabe que tiene que pasar por la tribuna, bien hubiera tomado providencias para el caso. Ir preparado mentalmente para alguna adversidad o hacerse acompañar por la seguridad del estadio o de plano no asistir a la conferencia de prensa y al momento de recibir la multa, exponer sus argumentos para evitar la sanción explicando su ausencia.

Se dice que un aficionado de los Bravos, al reconocerlo, le solicitó fotografiarse con él; sin embargo, Bruno lo ignoró. Ante el desprecio, el aficionado tomó desquite diciéndole “por eso pierden”, a lo que Marioni reaccionó violentamente, perdiendo la razón y agrediendo a su interlocutor.

¿No hubiera sido más fácil continuar ignorando al aficionado? ¿Le costaba tanto trabajo acceder a tomarse la foto? ¿En verdad las palabras proferidas por el aficionado fueron tan ofensivas? ¿Ameritaban una reacción tan exacerbada? ¿Sabe Marioni cuántos peldaños tuvo que descender para enfrascarse en un pleito callejero?

Siempre reprobaré la violencia bajo cualquier circunstancia, pero más cuando se trate del equipo representativo de nuestra máxima casa de estudios, cuyos valores: académicos, científicos, deportivos y sociales están basados en el respeto y la ética, prohijando la superación, la creatividad, la solidaridad, el afán por aprender, la equidad de género, la tolerancia, la responsabilidad y el compromiso.

No se vale que al calor de la frustración de una (merecida) derrota, bajo el pretexto que ustedes quieran, se pierda la razón, se le dé paso a la pasión, se pierda la estabilidad emocional y se responda con violencia.

La violencia trae violencia… pero nunca la esperanza. Si de lo que se trata es de cubrir de gloria, los inmortales colores azul y oro de nuestra querida universidad… ese no es el camino.