Eduardo Brizio
27, julio 2021 - 7:55
No todo es futbol
En esta ocasión, estimados lectores del Diario de los Deportistas, me tomaré el atrevimiento de relatarles una historia ocurrida recientemente en los Juegos Olímpicos de Tokio que en verdad me ha conmovido y pienso que no se le ha dado la difusión que merece.
67 ciclistas, provenientes de 40 diferentes países, se alistaban en la salida para una competencia de ruta en la que habrían de recorrer 137 kilómetros. La gran favorita era la holandesa Anne Vam Vleuten.
Sorpresivamente, apenas en el kilómetro 3, recien iniciada la competencia, un minúsculo grupo de cinco ciclistas: 1) Pichta (Polonia), 2) Omer (Israel) 3) Oberholser (Sudáfrica) 4) Looser (Nambia) y 5) Anna Kiesenhofer (Austria), se fugaron del pelotón.
Los conocedores de este deporte apostaban a que la fuga sería efímera y más temprano que tarde las ilusas “fugadas” sería devoradas por el pelotón, en donde la favorita holandesa permanecía cobijada.
Pero, no ocurrió así, faltando poco más de 41 kilómetros para que terminara la carrera la austriaca Kiesenhofer dejó atrás a la polaca y a la israelí que hasta ese momento la acompañaban, para continuar en solitario su camino hacia la meta.
Al parecer, en virtud de que, no existe en los Juegos Olímpicos comunicación inalámbrica entre los competidores y sus entrenadores, nadie les pudo advertir que la austriaca iba en la punta y el pelotón creyó que al alcanzar a la polaca y a la israelí, ya estaba luchando por el oro.
3 horas 52 minutos y 21 segundos después de la salida, la austriaca cruzaba la meta, exhausta, con las huellas del agotamiento reflejadas en el rostro, para colgarse la medalla de oro. Un minuto con 15 segundos después, la holandesa, la gran favorita, llegaba levantando “triunfante” los brazos, sin saber que “ya le habían comido el mandado”.
La noticia que acaparó los titulares fue el hecho de que la holandesa creyó haber ganado la prueba, cuando lo que el mundo entero debería de ponderar fue la proeza realizada por Anna Kiesenhofer, ciclista de 30 años, amateur, sin equipo, quien, siendo una verdadera desconocida, prácticamente en solitario realizó una fuga de 134 kilómetros, para culminar su hazaña.
El personaje que hoy nos ocupa es doctora en matemáticas y hay quien le atribuye el triunfo a la serie de cálculos que ella misma realizó previo al evento.
Una maravillosa historia de: preparación, pundonor, estrategia, valor, coraje, que nos hizo vibrar en Tokio 2021 y además nos recordó que … no todo es futbol.
Eduardo Brizio
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