Con la tecnología de Google Traductor

Mira

Mi perspectiva.José Luis Camarillo

José Luis Camarillo

30, julio 2021 - 8:00

Mi perspectiva

Anhelos olímpicos

En la reciente plática que tuvimos con Juan Fabila, bronce en Tokio 64, el púgil nacido en Tlalpan recomendó que debe prepararse mejor a los entrenadores nacionales, para aumentar las posibilidades que nuestros pugilistas escriban sus nombres en las selectas páginas de la historia de los Juegos Olímpicos.

Hasta los Juegos de Montreal 76, en los que el norteamericano Sugar Ray Leonard brilló con intensidad, México ligaba cuatro ediciones consecutivas con al menos un metal, en pugilismo. El encanto se rompería en Moscú 80, pese a que las expectativas eran grandes, según veremos en líneas posteriores.

En 1964, Juan Fabila terminó con una sequía iniciada en 1936, cuando Fidel Ortiz logró bronce en Berlín, precedido por Paco Cabañas, plata en Los Ángeles 32. 

Como medallista solitario de toda la delegación de México en aquellos primeros Juegos de Tokio, Fabila inspiraría a nuestros atletas hacia el tremendo éxito registrado en México 68. En boxeo, se alcanzaron las dos únicas medallas de oro en nuestro deporte y llegaron por conducto de Ricardo Delgado y Antonio Roldán, en peso mosca y pluma, respectivamente, las cuales se sumaron a los dos bronces entregados por Agustín Zaragoza, en peso medio, y Joaquín Rocha, en completo.

La costumbre continuó con Alfonso Zamora, que obtuvo plata en Múnich 72, y Juan Paredes, que se colgó el bronce en Montreal 76.  

Pero, en Moscú 80 sobrevendría una honda decepción, porque aquel equipo contaba con excelentes pugilistas, entre ellos Daniel Zaragoza y Gilberto Román, que años más tarde confirmaron su gran calidad al conquistar campeonatos del mundo en la rama profesional, gracias al apoyo por parte del presidente del WBC, José Sulaimán Chagnón.

Don José apoyó en la integración de una poderosa escuadra hacia los JO de Los Ángeles 84, en que se consiguió una plata vía Héctor López.

Vendría Seúl 1988 y Mario González se embolsó bronce, en peso mosca. Otro paréntesis se abrió y fue hasta Sydney 2000 cuando Cristian Bejarano se adjudicó bronce, sin que nadie imaginara que vendría un periodo de hambruna en cuanto a metal boxístico, hasta que Misael Rodríguez negoció con sus puños una presea de ese mismo color en Río 2016.

Al amanecer de este viernes, las esperanzas estaban puestas en el espigado Rogelio Romero (81 kg), quien aseguraría bronce si consigue vencer al favorito cubano Arlen López, monarca olímpico en Río 2016, en 75 kg. Rogelio subió con la mentalidad de que “nada es imposible”.