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Mi vida sin el deporte. José Ángel Rueda
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José Ángel Rueda

7, abril 2020 - 0:59

Mi vida sin el deporte

La NFL y el valor de sus deportistas
Por José Ángel Rueda

Siempre me ha llamado la atención la manera en la que los deportes estadounidenses veneran a sus ídolos. Es cierto, cada país tiene su manera, como los argentinos, por ejemplo, que han hecho de Maradona una religión, sin embargo la devoción con la que ligas como la NFL o la NBA hacen sus ceremonias del Salón de la Fama resulta admirable, con el ingreso definitivo a ese lugar inmaculado reservado para el recuerdo de las grandes tardes. Los aficionados, tan acostumbrados a discernir, se debaten los domingos en medir el talento que ven, conscientes de que hay quien tiene su butaca guardada en la eternidad.
La NFL es una de esas Ligas que va dosificando sus cargas emotivas. Desde que termina el Super Bowl, en la primera semana de febrero, el aficionado apunta las fechas en el calendario. Pequeñas probaditas de lo que pasará siete meses después, cuando el vértigo de la temporada no pueda detenerse. En estos días de cuarentena deportiva, el futbol americano aceptó su responsabilidad. No hay día en el que la NFL no dé una noticia que aliente a pensar en la normalidad. En una agenda minada, septiembre figura como el mes sagrado en el que finalmente un evento pueda comenzar sin sufrir cambios. Ojalá así sea.
Mientras tanto, la liga dio a conocer una lista con los mejores jugadores de la última década. La discusión, sin embargo, no estuvo libre de polémica, al contrario, alimentó el eterno debate que supone encontrar las diferencias entre la capacidad individual y los éxitos colectivos. Por eso no resulta raro ver a Tom Brady compartir el trono con Aaron Rodgers. El mariscal de campo de los Patriotas aprovechó como nadie la década para convertirse en el jugador más ganador de la historia, aunque su juego, más efectivo que espectacular, esté lejos de atrapar multitudes, mientras que los méritos del quarterback de Green Bay se encuentran en algo tan intangible como lanzar pases de más de cincuenta yardas en el último suspiro, esos que quitan el aliento, aunque no haya ganado un Vince Lombardi en los últimos 10 años.
En cuanto a los coaches, Bill Belichick y Pete Carroll se llevaron la distinción. Más allá de que lo hecho por el entrenador en jefe de los Patriotas es simplemente irrepetible, al construir una de las dinastías más grandes en la historia del deporte, lo de Carroll no se queda atrás. Desde la banda, mientras anima frenéticamente a su equipo, ha encontrado la manera de imponer su método por encima de los nombres. Los años pasan, pero los Halcones Marinos siguen siendo competitivos.
La lista tiene otros nombres maravillosos. Cada uno, a su manera, ha sido capaz de hacer los sueños de los aficionados realidad. Desde las manos milagrosas de receptores como el siempre competitivo Julio Jones hasta la fugacidad de Calvin Johnson, que con siete años en la Liga le bastó para ser una estrella. O corredores como el poderoso Frank Gore o el elusivo Adrian Peterson. O defensivos como JJ Watt, Aaron Donald, Patrick Willis y Luke Kuechly, que aunque son los encargados de terminar con el sueño de las ofensivas, también son el inicio de todo.

 

EL DATO

DOMINANTES

Los Patriotas, ganadores de tres de los últimos seis Super Bowls, aportaron cinco elementos al mejor equipo de la última década.