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Mira

11, noviembre 2016 - 10:50

┃ Luis García Olivo

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Septiembre de 2013, la Selección Mexicana llegaba una vez más a Columbus para jugarse la vida. Un mal negocio si se toma en cuenta el momento futbolístico del Tricolor. Luis Fernando Tena tomaba el control del equipo, en sustitución del recién despedido José Manuel de la Torre.

El favor del tiempo al cuidarnos del frío tampoco fue suficiente para evitar la catástrofe. En finales de verano, la congeladora recién comenzaba a fraguar su poder, sin embargo, los mexicanos nuevamente quedaron paralizados ante lo inminente.

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Después de un primer tiempo cerrado donde ambos conjuntos  tuvieron oportunidad para abrir el marcador, llego el descanso. Y fue justo al comienzo de la segunda mitad donde los Estados Unidos terminaron por dar el golpe definitivo. Con un cabezazo de Johnson, quien aprovechó un tremendo error de Corona para rematar con comodidad y enviar el balón al fondo de las redes.

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El primer tanto americano supuso un golpe letal para el cuadro mexicano. Los aztecas jamás lograron levantarse y ahora sí, el tiempo parecía condenado a esperar el segundo tanto, ese de la cábala.

Cerca del final llegó el famoso 2-0, de la mano de Donovan, al cerrar la pinza en el segundo palo. Todavía Dempsey pudo poner el tercero, desde el manchón penal, sin embargo los dioses del fútbol lo impidieron. El 2-0 pesa más que la peor de las goleadas.

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Con ese triunfo, los Estados Unidos firmaron su pase al Mundial de Brasil, mientras que México aún se fue a jugar la vida a Costa Rica y aún apeló al milagro para disputar el repechaje ante Nueva Zelanda.