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7, marzo 2017 - 10:02

┃ Fernando Schwartz

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La violencia para frenar al habilidoso es un mal del futbol mundial y que no sólo incumbe a México, pero queda de manifiesto que ante lo físico del juego, ya son pocos los que encaran, driblan y al hacerlo pagan las consecuencias de su osadía de una forma totalmente antideportiva. Michael Orozco siempre se ha caracterizado por ser un jugador recio, un futbolista que actúa al filo del reglamento y lo hecho sobre Hirving Lozano no puede ser llamado accidente, como lo describió el “Piojo” Herrera, ya que llanamente es como se dice vulgarmente, una entrada de mala leche, una jugada para mostrar autoritarismo de mala manera y frenar, sólo así, al más habilidoso que hay en el balompié mexicano.

De tiempo atrás, manifestamos que debían proteger más los árbitros al “Chucky” Lozano. No es la primera vez que es frenado con violencia. Así como Novaretti le escupió, así lo hacen en todos los partidos, además de irlo minando a base de patadas, para irlo bajando y no haga daño en la portería rival. El “Chucky” queda fuera por varios días, tras esa profunda herida que se volvió viral a través de las redes sociales, pero la lesión es pequeña en comparación con el gran daño que le hacen al futbol mexicano, terminando con los habilidosos, con los que hacen un juego diferente y vistoso dentro del terreno.

Lo de Renato Ibarra y el “Rifle” Andrade, parecería una jugada de rutina, pero que bajita la mano, Andrés le bajó el caño a Ibarra y lo fractura, dejándolo fuera de acción los próximos tres meses. La foto en redes sociales luce tan hipócrita como el pase para evitar un castigo mayor. El “Rifle” se equivocó con uno de los jugadores más veloces del balompié nacional y es una pena que Ibarra, que pone el condimento diferente en la cancha, se tenga que ir por lo menos los próximos tres meses. Violencia incita a violencia. Y esto que se presente en la cancha, no le viene nada bien a México en la búsqueda de tener jugadores diferentes en el terreno de juego.

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Entiendo que Sambueza se sienta señalado, pero lo es por su largo historial en las canchas. Le reconozco que lo de la botella en Monarcas no fue castigado como debería, pero también comprendo que en plena madurez futbolística, Rubens no puede seguir cometiendo los errores que le han creado esa mala fama. Sí creo que es perseguido por los árbitros, no tengo la menor duda, pero perder los bártulos y tener una entrada como la que le hizo a Brizuela es otra cosa. Es compañero de profesión, es atentar contra la misma, y si Rubens me dice que no fue de mala leche lo que le hizo a Brizuela entonces de qué hablamos. Entonces cómo juzgamos, cómo queremos un futbol más sano en la cancha.

A todo este carnaval de lesiones, sumemos la poca personalidad de los árbitros. No la tienen para juzgar y decidir en el momento. Donde hay que sacar amarilla, no la sacan. Donde hay que tener la roja directa en la mano, les tiembla el pulso y lo peor es que con el reporte en su cédula arbitral. La Disciplinaria en cuanto a los castigos a determinar, siendo que ahora fuera de estos reportes arbitrales, es hiriente que deban abrir procesos por oficio para deslindar responsabilidades y llegar a castigos como el de Jair Pereira sobre Fabbro, al no estar reportado como tal en las cédulas, porque al árbitro le tiembla el pulso y este pulso temeroso le está causando tremendas heridas a nuestro futbol, que no se cierran con puntos de sutura.