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17, febrero 2019 - 15:57

┃ Alejandro Alfaro

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Foto: Cuartoscuro

El Clásico Capitalino de ayer entre Pumas y América tuvo un ingrediente especial que generó más expectación de lo que normalmente crea.

Y es que el regreso de Nicolás Castillo al futbol mexicano con las Águilas generó malestar en un gran sector de la parcialidad universitaria, que esperaba el momento de manifestarle su sentir.

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Desde que los cremas salieron a calentar, el andino recibió abucheos, mentadas y desde algunos puntos de la tribuna volaron billetes falsos a manera de reclamo. De hecho, algunos puesteros aprovecharon el momento para venderlos a la gente en la explanada del Olímpico Universitario.

Nico fue parte de la oncena de Coapa y el momento del reencuentro al fin llegó con el silbatazo inicial.

Castillo estuvo poco participativo. Las veces que tuvo la pelota buscó asociarse y conforme avanzaba el reloj, el intenso calor repercutía en su rendimiento. Y es que se notaba que le costaba trabajo regresar al frente tras defender en los tiros de esquina, los piques en corto eran cada vez menos y se le veía ahogado a la distancia.

La única ocasión de gol que generó fue en un tiro libre que ejecutó en la primera parte y que pasó apenas por encima del arco de Saldívar. No hubo más.

Pese a todo esto, Miguel Herrera decidió mantenerlo en el campo los 90 minutos con el argumento de buscar mayor presencia de área.

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Mientras todo eso sucedía, Carlos González se llevó la tarde con su gol. Un tanto que para la hinchada de Pumas resultó un bálsamo por la paternidad rota y también por el hecho de reafirmar que ya no extrañan a su ex figura.

El balance general arrojó un regreso gris de Nicolás al campus universitario, aunque algo es cierto, su adaptación apenas ha comenzado, retoma el ritmo y los goles deberán de llegar.