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19, agosto 2021 - 8:00

┃ Javier Juárez

alexa moreno ENTREVISTA

JAVIER JUÁREZ 

FOTOS: OSWALDO FIGUEROA 

Qué cerca. 17 milésimas. Un número aparentemente insignificante. Eso fue lo que separó a Alexa Moreno de una medalla de bronce en el salto de caballo en Tokio 2020. Los jueces, los sólidos saltos de la brasileña Rebeca Andrade, fue una combinación de todo para impedirlo. Nueve días después Alexa regresó a su natal Mexicali.

El cuarto lugar no le apena. Alexa ríe, siempre lo hace: “No sé a qué se deba que me ría tanto, debe estar en los genes, pero no siempre estoy sonriendo, pregúntales a los que me han visto entrenar”, dice Moreno. Enseguida se quita el cubrebocas. La ciudad de origen de la gimnasta es caliente, sofoca. El termómetro señala comúnmente 43 grados centígrados. En medio del árido lugar están las instalaciones de uno de sus patrocinadores. Una marca japonesa de automóviles. En un cuarto con aire acondicionado, fotografías, Alexa atiende a ESTO.

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Primero es conocer el origen. El inicio de sus marometas en las colchonetas. En 1997 comenzó todo: “A mí mamá se le ocurrió llevarme a la gimnasia, de niña era muy activa, no me gustaba tanto, a mitad de cada cuatrimestre le decía que ya no quería ir, ella me pedía que me esperara a que terminara el curso porque estaba pagado, ya que se acababa me preguntaba si quería volver y yo le decía que sí, eso pasó hasta que dejé de decirle que no quería ir”, relata.

La culpable es su mamá Yenderina. Luego fue gusto propio: “La gimnasia es todo, es gran parte de mi vida, lo he estado haciendo por 24 años casi, me ha dejado muchas cosas, muchas enseñanzas, he conocido a muchas personas, me ha dado muchas oportunidades”, enlista Alexa.

El 1 de agosto de 2021 la cachanilla mantuvo despiertos a miles de mexicanos en la madrugada. Moreno pasó de ser criticada en Río de Janeiro 2016 por su aspecto físico a ser heroína, hasta fue hecha anime. Los saltos imperfectos de Mykayla Skinner y Seojeong Yeo entusiasmaron al país. El bronce u otro tono de metal estaba a la vista. Alexa corrió, se impulsó en el trampolín, giró en el aire y aterrizó bien, sin embargo, las calificaciones no le ayudaron.

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Alexa rememora ese momento, fue triste, pero su rostro refleja lo contrario: “Es que casi siempre digo es mejor reír que llorar”. Moreno quedó en paz. Ella disfrutó su competencia. Fue un trabajo silencioso al lado de su entrenador Alfredo Hueto: “Recuerdo que estaba tranquila, tenía toda la semana pensando, me puede ir terrible en todos los entrenamientos, pero sé que el día de la competencia lo voy a sacar, sabía que me iba a salir bien, entonces, me sentí preparada, segura para ese momento, el calentamiento lo hice bien, no podía volverme loca con los saltos, escogerlos, era hacer lo mismo de siempre, no hubo estrés, desconcentración, me gustó lo que hice”, narra.

Alexa manifiesta entusiasmo, pero no siempre es de esa forma: “La verdad sí hay momentos en los que de repente no saber si lo vas a lograr, si todo está valiendo la pena, no sé si voy a alcanzar a recuperarme o estoy al nivel de las demás, es complicado, entre lesiones y dudas de ti mismo, es un proceso difícil, para eso es importante tener personas a tu alrededor para apoyarte en lo que se pueda”, dice. Atrás de Moreno está su mamá, su entrenador, su fisioterapeuta, los tres escuchan todo.

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Lo que le llegue a disgustar a Alexa es la exigencia de la gente. Los comentarios en general para los cuartos lugares fueron de desprecio: “Es que a veces es fácil esperar que obtengamos resultados, pero es un evento grande y es lo mejor del mundo, todo mundo está compitiendo por quedar en los primeros tres lugares y quién no quiere ser el mejor, todo mundo se esfuerza y se deja el alma en el proceso, tú no sabes qué ha pasado cada una de esas personas, qué tipo de lesiones, qué tipo de problemas personales tiene, cada persona es un mundo propio, ganarte tu lugar para Juegos Olímpicos es una lucha, muchas personas se quedaron en el camino, no es fácil ir, entonces a veces se nos olvida ese proceso que hay detrás, las circunstancias en las que los otros países están entrenando, qué tipo de preparación llevaron, médico, psicológico, instalaciones, cuánto se ha invertido en esos deportes, son muchas cosas”, relata.

Alexa regresó cansada, quiere un descanso mental. París 2024 luce cerca, el retraso de Tokio 2020 por la pandemia acortó todo. Ir o no ir: “No lo sé, simplemente no lo sé”, cierra Moreno.

Los jueces desconocen a México

El metal de bronce pudo ser posible. El desconocimiento de los jueces afecta. México no es un país que tenga presencia internacional en gimnasia. En ocasiones ser de Estados Unidos, Rusia u otro país europeo es una ventaja, varias milésimas se dan por la pura nacionalidad: “Yo creo que en gimnasia definitivamente sí le hace falta peso a México, es muy nuevo el deporte en el país y no tiene la misma presencia que los países que siempre han estado, entonces a veces es difícil como notarlo, es mi percepción, no nos pasa nada más a nosotros, es en general con Latinoamérica, es difícil sobresalir ante esos países tan fuertes, entonces sí, sí hace falta”, comenta Alexa.

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Moreno es una cachanilla que destaca por méritos propios, lo hacen en tiempos de la estadounidense Simone Biles, eso no es fácil. Pero falta más conocimiento del deporte: “Creo que es abrir una pequeña puerta para las generaciones que vienen abajo, poner el nombre de México en esos escenarios tan grandes, que no seamos un país desconocido en ese deporte, apenas estamos empezando, en Latinoamérica también hay gimnasia de nivel, yo espero que esto ayude a que sea ligeramente más sencillo para otras generaciones y generar la presencia que tienen otros países en la gimnasia artística, espero que esto sea una piedra para generar ese peso”, expresa.

 

SU MAMÁ, LA GRAN CULPABLE SE SU ÉXITO 

Yenderina tiene la culpa. La mamá de Alexa Moreno fue la que observó las cualidades de su hija. El talento no era normal. El paso siguiente fue fortalecerlo. Ella lo cuenta: “Nosotros teníamos unos columpios en la casa de esos que se usaban antes, con cadenas, Alexa se trepaba, agarrabas los garrafones y se subía para poder agarrar las cosas de arriba en la cocina, en los columpios se agarraba de los tubos, hacía cosas que la verdad no eran propias para su edad, tenía 3 años y era muy fuerte, aparte tenía mucha energía, cuando vi eso investigué en diferentes lugares hasta que di con la sala de gimnasia, recuerdo que no la aceptaban porque estaba chiquita, les pedí que la dejaran quedarse, ella empezó haciendo ejercicios muy básico, ella iba gustosa, pero cuando detectaron su talento le cambiaron a la entrenadora, era más disciplina, Alexa a veces lloraba, me decía que ya no quería ir, pero como pagaba de manera cuatrimestral le decía que se esperara y luego decidía si quería seguir, así me la llevé hasta que llegó un momento en el que ya no le tuve que preguntar, Alexa se había enamorado de la gimnasia, le empezó a gustar muchísimo”, relata.

Lo que empezó como un juego cambió años después: “Cuando se dieron cuenta que Alexa podía ir a otros niveles empezó a salir a nivel internacional, siempre le fue bien, nosotros no pensábamos en eso, ella tenía 15 años y fue a Australia, comenzó a competir con gimnastas de alto calibre, sorpresivamente ganó una medalla de plata, para ella misma fue una sorpresa, entonces nos dimos cuenta de que había posibilidades de ir más lejos, Alexa empezó a pensar en el sueño olímpico”, relata.

Yenderina también es alegre, sin duda se lo heredó a su hija. Lo único que le borró momentáneamente el entusiasmo fue el cuarto lugar en Tokio. Ella sintió que la medalla era de Alexa.

“Las mamás somos mamás, estábamos en la casa muy emocionados, fue triste no poder acompañarla, si le va bien nos gusta celebrar con ella, pero cuando le va mal la apoyamos, entonces nos quedó esa congoja, estábamos con el alma en un hilo, vimos sus saltos y lo hizo bien, nos extrañó la calificación de los jueces, le pusieron números bajos, pero cuando vimos que la coreana tuvo un error pensábamos que había la posibilidad de la medalla de bronce y no se dio, nos quedó esa sensación de que merecía el tercer lugar, le hubieran dado medalla a las dos”, narra.

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