Foto: Luis Garduño

La figura costarricense no se pudo resistir al cariño mexicano. Keylor Navas escuchó su nombre en el arribo tico y sorprendido, volteó hacia donde la prensa y aficionados observaban el camión del equipo centroamericano.

Con mucho tacto, el guardameta del París Saint-Germain dejó su maleta por unos segundos y se acercó a donde los hinchas esperaban. “Keylor, Keylor, ¿me firmas mi playera?”, preguntaron al arquero mientras sonreía y aceptaba.

Navas firmó dos elásticas, una del Real Madrid y la otra del club parisino. Volteó para sonreír en una selfie y le dio la mano a una niña que no podría creer que tenía a su ídolo a unos cuantos centímetros.

Keylor sintió el cariño nacional de inmediato, porque los seguidores no eran compatriotas, si no mexicanos que lo han seguido siempre. “Eres mi ídolo, gracias por todo Keylor, que te vaya muy bien mañana”, gritó un aficionado mientras Navas se alejaba para integrarse a la comitiva costarricense.

Ese fue el mejor gesto en un arribo tico distinto a años atrás. Antes, los presentes esperaban al arribo y convivían por unos minutos con los jugadores antes de retirarse. Todo fue distinto esta vez, el Covid y los protocolos alejaron a los seguidores de sus admirados, aunque Navas mostró que, en tiempo de pandemia, también se podía tener un detalle con sus simpatizantes en México.

Costa Rica llegó pasadas las 20 horas. Su camión se instaló en el estacionamiento de un hotel al sur de la ciudad y poco a poco bajaron los jugadores. Solamente se confirmaron las bajas de Randall Leal y Orlando Galo, quienes ni siquiera hicieron el viaje a la capital mexicana.

La comitiva tica la encabezó Luis Fernando Suárez. El entrenador saludó a los aficionados a lo lejos, pero no perdió la concentración. Bryan Ruiz, Bryan Oviedo, Leonel Moreira y compañía le siguieron los pasos a su entrenador. Ellos ni siquiera voltearon a ver las cámaras de los diversos medios costarricenses que hicieron el viaje.

Así llegó el rival del Tricolor, con un clima distinto al que están acostumbrados. El frío de la Ciudad de México los arropó, mientras solo su máxima figura se dejó consentir por los presentes.