JOSÉ ÁNGEL RUEDA

FOTOS: JOSÉ ÁNGEL RUEDA

Ubicada en lo que se conoce como El Pueblo, lugar icónico que marcó la llegada de los españoles a la ciudad californiana en 1781, la Plaza Olvera, o Placita, como imponen los modismos mexicanos de ponerle diminutivos a las cosas, es el lugar de referencia para todo aquel que quiera pasar una tarde al más puro estilo de los Pueblos Mágicos.

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Anclada cerca de los grandes y modernos edificios, la plaza rompe con lo establecido, y un quiosco con sus faroles de cuatro focos dan paso a la tradición. Ahí se junta la gente a bailar, mientras un conjunto toca música mexicana en vivo y se arma la verbena.

Si la plaza es todo un espectáculo, los alrededores lo son aún más. Ahí se levanta la primera iglesia de Los Ángeles y el edificio que por años funcionó a modo de consulado mexicano.

Una de las calles que desembocan en la plaza central es la Olvera Street. Aunque su nombre está en inglés, no hay nada más mexicano en Los Ángeles que ella. Apenas uno comienza a andar encuentra un pasillo empedrado, digno de los pueblos que le dan vida al folklore mexicano. En sus puestos hay de todo. A la entrada, incluso, la gente aprovecha para tomarse fotos con un burro, se ponen los zarapes y sobrero de charro, y atrás brilla con intensidad la bandera mexicana.

Jorongos, máscaras, huaraches, sombreros, gorras, gorros tejidos, artesanías, todo tipo de souveniur para los curiosos que quieren probar un poco de la cultura mexicana. Desde luego, muchos turistas son mexicanos, pero también hay personas de otros países que quedan maravillados con el colorido de nuestro país.

También hay cosas bordadas con los escudos de los Rams, los 49ers y los Dodgers, el equipo estrella de la ciudad, en una tradición muy mexicana que impone el recuerdo de las glorias del “Toro” Valenzuela, y el presente con Julio Urías.

Uno de los puntos de referencia de la bonita calle son los locales que están a su alrededor, la mayoría de artesanías. En ellos, la cultura mexicana es un espectáculo, con la venta de alebrijes, catrinas, nacimientos, mariachis, máscaras de los luchadores más emblemáticos, y playeras con el rostro de las grandes figuras del mundo del espectáculo mexicano, como Vicente Fernández, Selena y hasta don Ramón. Como regularmente ocurre en todas partes del mundo, Frida Kahlo es la imagen más vista.

La calle huele a México, es decir, a salsa y a tortilla frita. No faltan los locales de tacos, de tortas, los chilaquiles, las enchiladas, y hasta los churros, los puestos de obleas y palanquetas, las paletas de tamarindo. La música deja de sonar hasta muy tarde. Cuando la gente se cansa, compra agua de horchata y de Jamaica, y hasta van por un tequila, para seguir la fiesta.

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