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9, julio 2022 - 11:43

┃ Jorge Briones

RYBAKINA WIMBEDON

JORGE BRIONES

FOTO: Glyn Kirk | AFP

La coronación de Elena Rybakina en el césped sagrado de Wimbledon mantuvo la tendencia en el circuito de la WTA dentro de los Grand Slams.

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Ya son ocho años de forma consecutiva los que acumulan la rama femenil estrenando al menos una ganadora de un “grande” por temporada.

Tras los triunfos de este año de la australiana Ashleigh Barty en el Australia Open y la polaca Iga Swiatek en Roland Garros, la kazaja que nunca había explorado las últimas rondas en los Grand Slams dio la sorpresa en Wimbledon.

Desde la temporada de 2015, al menos ha habido una campeona primeriza en los grandes eventos del “deporte blanco”.
Tras un 2014 donde los “grandes” quedaron en poder de la china Li Na (Australia Open), Maria Sharapova (Roland Garros), la checa Petra Kvitova (Wimbledon) y Serena Williams (US Open), quienes ya sumaban al menos un título importante en su palmarés, a partir del 2015 el abanico de campeonas se ha estirado mucho más en comparación con lo que ocurre en la rama varonil.

En 2015, la italiana Flavia Pennetta se estrenó en el US Open, un año después fue el turno de la alemana Angelique Kerber (Australia Open) y la española Garbiñe Muguruza (Roland Garros).

Para el 2017 la letona Jelena Ostapenko hizo historia en la arcilla de Roland Garros, mientras que la estadounidense Sloane Stephen se impuso en la pista rápida de Nueva York.

Ya en el 2018 hubo tres nuevas ganadoras de Grand Slams: Carolina Wozniakci (Australia Open), Simona Halep (Roland Garros) y Naomi Osaka (US Open).

La tendencia se mantuvo con la coronación de Ashaleigh Barty en Rolandd Garros de 2019, mismo año en que se estrenó la canadiense Biana Andreescu en el US Open.

En 2020 fue el turno de la estadounidense Sofia Kenin (Autsralia Open) e Iga Swiatek (Roland Garros), mientras que a la siguiente temporada la checa Barbora Krejcikova (Roland Garros) y la británica Emma Raducanu (US Open) dieron las campanadas.

Ahora le toca a la kazaja Elena Rybakina reafirmar la tendencia de que los grandes títulos de la WTA están abiertos para mucho más de un puñado, como ocurre en la ATP.

 

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