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29, diciembre 2016 - 8:51

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Nota-Fut-tigres

 

POR EUGENIO DÍAZ

25 de diciembre, día inusual para ver una final de futbol nacional.

Domingo familiar, de recalentado, de futbol.

El primer problema surgió por una confusión en relación con el horario del partido, ya que algunos medios señalaron de manera equívoca el inicio del partido (9 pm en lugar de 18:30 hrs).

Sorteado lo anterior, a disfrutar del “espectáculo”. Poco de lo anterior salvedad de los últimos minutos del segundo tiempo.

Muchas patadas, algunas que definitivamente desprestigian a los futbolistas y su actividad profesional, con un evidente miedo, o como dirían algunos, extremadamente precavidos los dos equipos cuando de atacar se habla.

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Si uno observa las alineaciones, principalmente la de los Tigres, parecía que su director técnico iba por todo, con cinco jugadores de ataque. Ya en la realidad, la cosa era diferente. Las piezas fueron ubicadas muchos metros atrás de lo imaginado.

Crónicas y análisis por dos vías, ambas con cierta tendencia dependiendo el color de la playera del locutor en turno.

El arbitraje, quizá demasiado tema, protagonismo a la baja, negativo, de ese que marca la vida profesional de los de negro.

Ambiente excepcional, el de siempre en Monterrey, ciudad de pasiones, de dos pasiones que dividen la ciudad. Más de la mitad de los aficionados al futbol en todo el país, deseando que él América perdiera. Más de la mitad de la Sultana del Norte, deseando que los Tigres perdieran.

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Pocas repeticiones de calidad, demasiado sucia la pantalla producto del sinnúmero de anuncios virtuales que se encargaron de tapar la imagen, perdiéndose la pelota y jugadores por momentos.

Un par de opciones de gol claras erradas por la visita, un par de tiros al poste por parte de los locales. Tiempos extras a la vista.

Patadas, más patadas, tarjetas, más tarjetas, pero del color equivocado.

Casi al final del tiempo reglamentario, Chepe Guerrero no puede seguir y entra Edson Álvarez, que al minuto 5 del tiempo extra marca el gol de América.

También sobre la hora, segunda amarilla para Torres Nilo. Panorama complicado para Tigres.

Minuto 12 del tiempo extra, segunda amarilla para Sambueza (hoy transferible), ambos equipos con 10 jugadores.

Sobre el término del primer tiempo extra La Volpe y Gignac se hacen de palabras, todo sube de tono, golpes dentro y fuera de la cancha.

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El resultado, dos expulsados. No se trata de La Volpe y Gignac, sino de Ventura Alvarado, Pablo Goltz y la “Palmera” Rivas.

Se juega entonces el segundo tiempo extra, Güémez por un Arrollo cansado. América atrás, muy atrás, ya con nueve hombres, y Tigres adelante, muy adelante, con 10 en la cancha y tirando centros. Uno de ellos, lo remató Dueñas a falta de 60 segundos del final. Para desgracia de algunos equipos, los partidos duran 90 minutos, a veces, más; o como decía el maestro de la comunicación deportiva don Fernando Marcos: “El último minuto también tiene 60 segundos”.

Empate a un gol, empate a dos goles en el global. El campeonato se definía en tiros penales.

Aquí se irguió como figura el arquero argentino de Tigres Nahuel Guzmán. Su experiencia, su alcance, su estatura, su fuerza mental, el conocimiento de la forma de tirar de los rivales, terminó por aplastar a los tiradores de las Águilas, que a decir verdad, llegaron con el ánimo y la confianza por los suelos.

Tigres, campeón. “Tuca”, pentacampeón en el futbol mexicano. Proyecto sólido el de Sinergia Deportiva, proyecto caro, muy caro, el de los Tigres, cuyo beneficio financiero, seguramente, se da por otro lado y no como unidad de negocio.

De la transmisión, poco que agregar, más bien hecha a la medida de un posible triunfo local, con un pantalla retacada de anuncios a falta de futbol, porque una cosa fue el dramatismo de los tiempos extras y penales y otra muy diferente la calidad de juego, de espectáculo.

Para colmo, el palco de los directivos americanistas fue atacado por varios aficionados que arrojaron de todo, incluyendo monedas, vasos, encendedores, ocasionando que la distinguida visita bajara la cortina del palco y lo abandonara ante la falta de civismo y, por supuesto, de vigilancia, de garantías.

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El futbol es familiar insisten algunos, la realidad dice algo muy diferente.

América se va con las manos vacías en el 2016, año de su Centenario.

La palabra fracaso se escucha por todos lados, se acuña de una manera desproporcionada y en ocasiones sin sustento. La voz de los ex jugadores azulcremas retumba en las redes sociales pidiendo la cabeza de Peláez, de La Volpe, de los jugadores.

Casi 20 millones de dólares entre un plantel y el otro. Los tiempos cambian, los roles también, la lógica se impuso.

Ni gran fracaso americanista (campeón de Concacaf y subcampeón de Liga) ni Gignac se come la Liga. Cuánta pasión, cuántos intereses alrededor del juego.

Mucho por hacer en una Liga que tiene sus fortalezas, pero que claramente tiene varias debilidades y amenazas de las que no se habla ni trabaja.

Feliz 2017. Que el año que entra sea mejor para todos, incluyendo al futbol mexicano.